Jorgeas escribió:
Pero por otro lado .... para endurecer las leyes hay que tener cuidado. Por ejemplo, este caso, y tu referencia a la ley del menor me lleva a preguntarme algo. si la ley del menor no vale, ¿a partir de qué edad juzgamos a alguien como adulto? ¿16 años? ¿14? ¿11?
Desde luego, para delitos mayores no hay edad que valga. Es cierto que generalizar hace que nos equivoquemos siempre, pero en la sociedad somos muchos y la casuística es muy amplia y claro, en algún sitio hay que poner la línea. Desde un punto de vista mío, y muy particular, entiendo que con catorce años se tiene plena consciencia del bien y del mal, de lo que se puede y no se puede hacer (aunque hay casos y casos). Si alguien con esa edad mata no tiene que ir a la cárcel en ese momento, basta con que vaya a un centro de menores, aunque por supuesto debería aplicarse la pena tal cual... y cuando tenga sus dieciocho años a chirona, a cumplir como todos.
Otro aspecto que no debe olvidarse, y que esta MAGNÍFICA ley del menor provoca, es la ausencia de responsabilidad de los padres. Aunque hace poco han salido algunas sentencias que hacen ver que se ve algo de luz al final del túnel, en la mayoría de los casos de delitos provocados por menores la responsabilidad se diluye como un azucarillo: el niño porque es un crío, los padres porque no saben que hacen sus hijos en la calle y no pueden con él, los maestros porque solo están con ellos cinco horas, las diecinueve restantes dependen de su "familia"... Al final la culpa es de la puñetera sociedad, esa perra que nadie conoce personalmente y que es mala malísima con este tipo de chavales. Pero qué cojones!!! los padres tenemos una OBLIGACIÓN con respecto a nuestros hijos, y debemos RESPONSABILIZARNOS de sus actos. Lo fácil (y lo lamentable) es oír cosas como: "que si no puedo con él", "qué le vamos a hacer si me ha salido malo" y mientras me quedo viendo el partido o la novela. Lo difícil es estar detrás de ellos continuamente, día a día, corregirles, educarles, echarle horas, compartir su tiempo y sus aficiones... y en definitiva todo aquello que hace que nuestros hijos entren en la sociedad como personas capaces de integrarse y adaptarse en ella plenamente. Eso es lo difícil... pero es lo que diferencia a unos padres de otros, y por ende, a unos hijos de otros.
Por desgracia, la reinserción, salvo un porcentaje ínfimo, es una utopía en las cárceles españolas. Ya que eso no funciona prefiero verlo desde otro punto de vista. Hay gente que no se merece estar en nuestra sociedad. Y ese mensaje hay que dejarlo claro. Si las normas no se cumplen el derecho a formar parte de la sociedad debe perderse. Asesinos, pederastas, violadores... tengan 80, 35 ó 16, deben pagar por lo que hacen.