AAR Encuentro en Rostov, Noviembre 1943.

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Yurtoman
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AAR Encuentro en Rostov, Noviembre 1943.

Mensaje por Yurtoman »

PRÓLOGO


Los hechos mencionados en este documento están recogidos de los relatos que quedaron plasmados en varios de los diarios personales de soldados rusos que aquellos días de Noviembre de 1943 participaron en los encuentros dramáticos con los alemanes en la ciudad de Rostov. También se incluyen extractos de conversaciones que los mismos protagonistas de nuestra historia tuvieron con un servidor hace algún tiempo y que he creído oportuno incluirlas en él.
En todos ellos se hace referencia a uno en particular, uno de los más cruentos. Aunque fueron varios, el desarrollo tan dramático de éste último fue la causa de que muchos soldados lo mencionaran en sus diarios y cartas familiares.
Este encuentro fue engrandecido por la propaganda bolchevique. Como toda propaganda política de la “época”, no era veraz a los hechos y no asemeja realmente lo que allí sucedió. Según ésta, solo el valor de unos pocos héroes rusos desbalanceó el resultado final del combate en lo que para ellos fue una gran victoria sobre el invasor fascista .
Tampoco por parte alemana esta muy claro el desenlace, pues según estos, eran miles los individuos que formaban parte de las hordas bolcheviques con las que combatieron aquel día, y la batalla, ya estaba perdida de antemano para ellos.

Vamos a intentar como he dicho, a través de estos relatos y de la entrevista con los protagonistas rusos, acercarnos un poco más a la verdad de lo que ocurrió aquel 8 de Noviembre de 1943 en Rostov, aunque sea por parte soviética. Los relatos son los únicos vestigios creibles que pueden hacernos una idea del infierno que allí se vivió; ya que la versión oficial, por parte de ambos bandos esta más que supuestamente manipulada.


Entrevista del soldado Yurtopenko, en el que nos narra su experiencia de aquel día:

- El día 8..., lo recuerdo porque era el cumpleaños de mi padre, quien había sido asesinado por los fascistas junto con mi hermana en nuestra pequeña casa a las afueras de Rostov, en 1942 y aquel día estaba pensando en él por ese motivo. Mi madre, por el contrario, había conseguido escapar junto a su hermana, mi tía, hacia el este, lejos del frente, para trabajar en la industria de guerra que nuestro camarada Stalin había levantado en los Urales. Gracias a él y a nuestro esfuerzo colectivo, el invasor sería devuelto al averno, lugar de donde nunca debió haber salido.

Recuerdo que aquella mañana hacía un viento de narices, no todo lo frío que llegaría a ser en el futuro, pero sí que ya pelaba los huesos y todo lo que tuvieras al aire libre. El cielo estaba plomizo, grisáceo y caían suaves copos de nieve desde hacía un par de días, augurio de la entrada del duro invierno ruso que pronto nos saludaría.

Aún no había salido de mi ensimismamiento de recuerdos familiares, cuando el teniente Chernienko, se acercó al hoyo donde estábamos mi dos camaradas y yo descansando. Esa noche habíamos tenido la suerte entre comillas, de además de dormirla al completo, ya que solíamos tener el horario cambiado, de encontrar un cráter donde guarnecernos. Seguramente causado por algún pepino gordo, algún cañón de 150 milímetros o semejante. Allí nos habíamos cobijado y dormimos la noche fuera de la intemperie, ya que aunque sólo estuviéramos a principios de Noviembre y las nevadas no eran muy copiosas, la temperatura era ya menos cinco grados bajo cero y lo peor del invierno estaba aún por llegar como os he comentado.

A continuación el teniente nos informó que toda nuestra compañía y parte de nuestro batallón, perteneciente al 5 º regimiento, 210th División, del XXXI cuerpo de mecanizados, tenía que adentrarse en la ciudad unos ochocientos metros e intentar tomar tres edificios de importancia máxima para el futuro del asalto que esperábamos hacer sobre la ciudad con la llegada de refuerzos en los días posteriores. Era de vital importancia estratégica que lográramos tenerlos bajo nuestro control, pues se había informado de que tropas alemanas de infantería apoyados por algún vehículo sin identificar estaban reconociendo la zona y podrían adelantarse al saber de nuestros planes de ataque. La operación según el teniente debía hacerse lo más rápido posible, llegar a los edificios y atrincherarnos a la espera de los refuerzos que llegarían al día siguiente a más tardar, y si nos era posible intentar capturar algún que otro alemán para ser interrogado por la NKVD.

- Muchachos, cojan toda la munición que les sea posible para los subfusiles, además de granadas y bayoneta. Tambien preparen "cócteles" incendiarios. Cómanse el churro con café lo más rápido posible, vamos a tener que bailar con la más fea del baile, porque seguro vendrá a la fiesta de invitada sorpresa. - Esto fue el comentario con sorna del teniente.

Diario de Yurtopenko:

"El teniente Chernienko cuenta con nuestro máximo respeto y cariño. Es veterano desde que pisó el frente en Stalingrado el año pasado. Muchos de los hombres darían la vida por él, incluido yo, pues no se arruga ante los fascistas, y nunca teme de ir el primero. Prefiere hacer las cosas por él mismo y a su manera, gracias a ese instinto innato y acertado que posee, como muchas veces ha demostrado. No le gusta tener que mandar a nadie delante a mojarse el culo, a menos que alguien sea voluntario o sea imprescindible el hacerlo. Seguramente, esa forma de actuar, de comportarse y ese valor emanado en su persona haga que uno de estos día sea abatido. Yo como camarada y amigo intentaré siempre protegerle las espaldas, aunque me lleve la vida en ello, ya que soy uno de los tres hombres bajo su mando y su hombre de confianza."

* Cuando Yurtopenko se refiere a tres hombres bajo el mando, quiere decir que pertenecen a su unidad. Los oficiales rusos tenían hombres a su disposición, una especie de guardaespaldas personales, auque primero estuviera la causa, antes que la defensa personal.
No deja de ser digno de mención. La unidad del teniente Chernienko contaba con cuatro hombres, el propio teniente, Yurtopenko y dos hombres más de confianza, Kilirilenko y Parsiov.

Continuo con la entrevista.

- Hicimos caso al teniente. Nos llevamos los churros al estómago, y sorbimos el café de dos buches.

Recuerdo que empezó a entrarme esa descomposición de vientre tan corriente que solía hacer su llegada cuando íbamos a entrar en acción, o eso era lo que se suponía.

Nuestra unidad se movió hacia el flanco izquierdo, pues recuerdo, que de los tres edificios del sur de Rostov que teníamos que tomar, el nuestro estaba en el sector de la izquierda, o sea en el oeste de la ciudad. Íbamos bajo el mando del capitán Khonev, el cuál infundía una dosis tremenda de moral a los hombres, pues había salido de situaciones inverosímiles que algún día narraré.

Era un gran veterano de mucha experiencia, pues estaba en la guerra desde su inicio en Junio del 41, además había sido voluntario en España y había participado en la defensa de Madrid entre otras batallas. Un gran camarada y soldado.

Recuerdo que al empezar a movernos rápidamente, corríamos hacia una serie de arbustos que estaban al frente y formaban un pequeño bosque entre tanta montaña de hormigón y escombros. Mis piernas tardaron en responderme, pues el cráter no había sido todo lo largo ni cómodo que me hubiera gustado, y el dormir caliente tuvo sus desventajas. Entre el cansancio acumulado de los días anteriores, el nerviosismo haciéndome mella y el café que me sentó como una patada en los mismísimos, una mezcla de bilis con café aguado se me subió por la garganta hacia la boca, donde ya notaba el sabor amargo de su composición.

Todo el flanco izquierdo de la avanzadilla donde me encontraba estaba formado por unos ciento treinta hombres, apoyados por dos Maxim, que eran ametralladoras pesadas de apoyo homóloga de la MG 42 alemana. Todos eran hombres regulares, con poco tiempo en el frente, unos dos meses escasos, pero había otros que habían llegado la semana anterior y todavía estaban muy verdes. No quería acercarme mucho a ellos por si las moscas, además no me gustaba de verlos caer abatidos, ya que solían ser de los primeros.

Revisábamos continuamente nuestro equipo, en el cual portábamos subfusiles de asalto pphs, que podían escupir más de 900 balas por minuto. Toda una máquina de picar carne germana, a las que sabíamos que los alemanes temían, odiaban y respetaban. Más les valía hacerlo.

- ¡Quietos aquí muchachos!.Esperemos que los novatos crucen la calle hacia los árboles y cojan posiciones. Mientras hay que cubrirles el culo por el flanco derecho y esa carretera que cruza. - ordenaba el teniente mientras gesticulaba con las manos hacia los novatos que cruzaban hacia el bosquecillo.

- Mi teniente, ¿tiene idea de qué nos encontraremos ahí delante?, ¿seguro qué los alemanes no han llegado a los edificios de detrás del bosque?.
- No estoy muy seguro Yurto, pero no creo que hayan llegado a los edificios aun, por eso hay que tomar precauciones. Seguramente sean unidades con MP – 40, compuesta de regulares, no creo que muevan por zonas desconocidas a los veteranos, y mucho menos para solo reconocer el terreno. Estarán igual que nosotros, intentando identificarnos con alguna avanzadilla - me comentó el teniente mientras me miraba fijamente con sus azulados y vivarachos ojos.

Aún no paraba la fiesta que tenía montada en el estómago gracias a mis nervios, y cuando tenía esa sensación no paraba de mearme, con el consecuente problema, pues no podía ir a mear siempre que quisiera. No era la primera vez que me orinaba en los pantalones. Esa vez, pude ir al rincón de la vivienda donde nos encontrábamos y aproveché mi propio orín para calentarme las manos, pues mis guantes de piel me los habían quitado algún rufián de la soldadesca y aún no había tenido ocasión de tomar los de algún camarada caído.

Fue en aquel mismo momento, justo al abrocharme la cremallera cuando oí los primeros disparos de la refriega, y parecían venir del bosque donde nuestra avanzadilla intentaba tomar posiciones.

- ¡¡No estaban tan lejos camaradas!!! - dijo Chernienko que se encontraba asomado por los ventanales ya sin vidrios de la casa - todo el mundo avanza hacia el bosque a la voz de !ya! – nos gritó.

Salimos de la casa y cruzamos la calle en dirección al pequeño bosque que había enfrente nuestra. Desde la lejanía, más allá de las lindes del bosque se escucharon los primeros disparos, algunos gritos y por supuesto algunas lamentaciones de camaradas.

Fueron sobre unos diez segundos, en donde todos tus sentidos se ponen en marcha. Al llegar a los primeros árboles, cuerpo a tierra ipso facto.


Más o menos sobre ese mismo momento, el francotirador Markov se parapetaba en una calle paralela de dónde se encontraba el teniente Chernienko y sus hombres.


Fragmento de las memorias del francotirador Markov:

Justo en la calle de mi izquierda, a unos ochenta metros vi a los hombres por nuestro flanco izquierdo. Sólo lograba ver que llegaban a una zona arbolada y allí se camuflaban. Lo que ocurría algo más hacia adelante de ella no podía verlo porque había un edificio en llamas en medio de mi línea de visión y no me dejaba ver a través por el denso humo que soltaba. No había nada nuevo para mí en tal situación. Disparos de pphs y MP – 40 alemanas en la distancia, gritos y concentración.

Me encontraba alojado en el segundo piso de una fábrica de papel separada por una calle de la avanzadilla del flanco izquierdo, y a ciento setenta o ciento ochenta metros estaba uno de los edificios que teníamos que tomar, justo el de nuestra izquierda. Los hombres que estaban intentado tomarlo, flanqueándolo por su izquierda, por lo visto se habían topado con los enemigos en aquel pequeño bosque que había en su camino.

Mi Sniper ya se encontraba cargado, y justo estaba parapetado viendo el avance de mis camaradas al edificio de enfrente cuando un Puma, que era un vehículo ligero alemán que solían utilizar en los reconocimientos, y que por lo visto no se había percatado de nuestra presencia, hizo su entrada en la plaza contigua al edificio que era nuestro objetivo. Supuse que la infantería enemiga estaría cerca, o quizás ya habrían intercambiado algún disparo con nuestros smgs del capitán Karelin, el cual había avanzado hasta el edificio de delante que me tapaba gran parte de la visión a la plaza, pero también me daba una cobertura espléndida de la infantería enemiga.

Sólo tenía bajo mi visión la esquina por la que podría venir algún vehículo como el Puma que acaba de entrar.

No lo pensé dos veces, aquel comandante del Puma estaba asomando su cabeza por encima de la escotilla. Su gorra negra con el águila fascista plateada ocupaban ahora todo mi visor, en primer plano. Bum!!!. De un disparo le descerrajé su cabeza en dos mitades, y la sangre cubrió toda la torreta al mismo tiempo que manaba un caño a presión hacia arriba como el que se escapa del grifo cuando no puede contener su agua. Cayó hacia atrás, inerte, sin vida, como las marionetas de teatro que había visto en representaciones teatrales cuando pequeño en el colegio en las fiestas de primavera. De pronto de un tirón alguien lo engulló hacia dentro del vehículo.

Seguramente la tripulación restante se quedó aturdida y estupefacta, pues no todos los días ves perder la cabeza a tu comandante delante tuya....



Entrevista con el Sargento Danilov, que en ese momento se encontraba un edificio por delante del francotirador Markov.


- Mi sargento, un vehículo blindado ha llegado al cruce, se ha parado justo a la entrada de la plaza, esos malditos fascistas no andan lejos, sospecho que el edificio de enfrente está tomado ya por ellos – fueron las novedades que me dio uno de mis chicos al llegar a la posición.

- Deme los binoculares Rustov, y quédense agachados hasta nueva orden - fue lo que le comenté a mis hombres, mientras limpiaba el objetivo del binocular.
Uno de ellos entonces esperó al capitán Karelin para darle las novedades, como yo le había indicado. En esos mismos momentos el capitán avanzaba algo más retrasado, a nuestras espaldas, cruzando la calle desde la fábrica de papel que habíamos dejado atrás y donde se encontraba el camarada Markov con su Sniper, hacia el edificio donde nos encontrábamos esparcidos por el suelo mientras acechábamos al enemigo.
Limpiaba yo los binoculares y hacía cuentas mentales sobre el número de enemigos que podía haber en el edificio de enfrente, pues no creía que el Puma se acercara sin la cobertura de su infantería.

Justo cuando logré enfocar el binocular por el agujero que algún mortero había hecho en la base de la pared, y puse mi atención sobre el Puma...

- ¡Joder, qué hijo de puta!, ¡un fascista menos! - grité con grata sorpresa.
- ¡No os mováis camaradas!, ese Puma va a estar un ratito ocupado, a su comandante unos de nuestros francotiradores lo ha mandado directo al infierno. Eso es lo que se van a encontrar en nuestra patria, la muerte - le comentaba entusiasmado a mis hombres por la escena que acababa de contemplar.
Cuando miré al edificio que teníamos enfrente, puede ver a los enemigos tomando posiciones. Por señas se lo comuniqué a mis hombres...

- Sargento, ¿qué coño ocurre?, era la voz susurrante del capitán Karelin, que ya había llegado y venía arrastrándose hacia mi temporal puesto de observación.

- Mi capitán - le dije igualmente con un susurro casi gutural - hay una treintena de alemanes en ese edificio, arriba en la esquina de la izquierda hay una MG - 42, junto con una escuadra de una unidad de asalto, he contabilizado unos diez y me ha parecido ver qué portaban subfusiles MP - 40. - No había terminado de darle el pequeño informe sobre la situación al recién llegado capitán, cuando oí a los hombres gritar...

- ¡¡Mirad a esos pardillos, serán gilipoyas...!!, ¿dónde coño creen que van?.

- Miré hacia la plaza y vi a dos escuadras de Jaeggers en la calle, unos veinte hombres más o menos, ya sin ningún tipo de duda de que se trataban de dicha unidad, saliendo de un edificio e intentado dirigirse por la calle y sin cobertura hacia el otro que era el que teníamos que tomar, se cubrían unos a otros, pero eran un blanco perfecto para nuestro gatillo fácil.
Incluso bajo el peligro de mostrar nuestra posición al enemigo, el capitán ordenó fuego, aunque ya había hombres que habían empezado a dispararles.
Los alemanes cayeron bajo nuestros disparos gritando una y otra vez en su horrible y odiado idioma.

- ¡No malgastéis munición!, no disparéis sobre los caídos a menos que se levanten, ya habrá tiempo de rematarlos, disparad primero sobre los que huyen, y sobre el oficial - gritaba Karelin en medio de la refriega de zumbidos y petardazos que se había montado de repente.
Hicimos una buena escabechina a la alemana en la plaza, pero casi al mismo tiempo, desde el edificio de enfrente nuestros adversarios localizaron nuestra posición y empezaron a abrir fuego con todo lo que tenían.
La MG - 42 del segundo piso, la que se encontraba en la esquina superior, empezó a disparar hacia nuestra posición. En un rápido y veloz, la estancia se convirtió en una tormenta de polvo y lascas de madera.
Creo que todos los enemigos de aquel edificio nos estaban disparando a la vez. Habíamos eliminado a un buen número de ellos en la calle, pero ahora nos tocaba sufrir por aquello.
Sin tiempo aún para reaccionar, oí un silbido sobre mi cabeza y un estallido. El Puma, muy al contrario de lo que esperábamos se había repuesto del golpe de perder a un hombre, nos tenía en su campo de visión y empezó a descargar fuego por su cañón.

- ¡¡Demonios, abajo, abajo!!, - gritábamos al unísono el capitán Karelin y yo. No tenía la menor idea de si mis chicos nos escuchaban, pues aquello era una lluvia bestial de objetos volando por la casa, acompañada por un sonido que eran como moscas endiabladas que revoloteaban a nuestro alrededor y no dejan levantarte.
Sufrimos un duro castigo en aquel edificio, pero al cabo del poco tiempo, el frenético zumbido de esquirlas y balas menguó en su intensidad.
Esto se debió a que nuestros camaradas del edificio adyacente, el pelotón o parte de él del teniente Melnik, estaban intentando cubrirnos, haciendo fuego con todo el potencial de sus hombres hacia el edificio enemigo en esos momentos, pero poco o nada podían hacer contra el Puma que estaba apostado en la plaza a unos cien metros de nuestra posición y seguía escupiendo de todo contra nosotros.

- ¡¡Tenemos que bajar, Sargento!! - me comentó el capitán que había pasado del susurro inapreciable al grito colérico más ensordecedor; - pero deje a hombres aquí y que habrán fuego a todo bicho viviente que se asome a las ventanas, a ver si pueden cubrirnos algo la retirada.

-¡A la orden mi capitán..!. ¡Mostovoi! - grité, - quédese aquí con sus hombres y no retroceda por mucho que ese vehículo dispare ¿me oye?, disparen a todo lo que se mueva, ¡¡no hay piedad para el invasor!! - ordenaba en medio del caos a mis hombres mientras retrocedía arrastrándome hacia la salida de la sala.
No sabía cuanto iban a durar esos muchachos en sus puestos, pues estaban más verdes que la estepa en Marzo, y más aún con los pepinazos que ese Puma estaba metiendo sobre la segunda planta y en la que nos encontrábamos, pero alguien debía cubrir la retirada del pelotón.
Mientras bajábamos por lo que quedaba de escalera, ese maldito monstruo soltó otra descarga, y está fue demoledora. Dos de los hombres de Karelin cayeron y quedaron inertes en un instante fugaz, al igual que hace un aparato eléctrico al desenchufarlo de la corriente. Uno tenía la cabeza partida en dos, y al otro le habían estampado las entrañas contra la pared de la sala. Es extraño ver las caras que solemos dejar al pasar al otro barrio, nunca olvidaré la mueca burlona que aquel hombre pareció ofrecerme en su última y violenta despedida.

- ¡¡Malditas perras asesinas!! - le logré entender al capitán mientras balbuceaba toda clase de insultos e improberbios contra los malditos fascistas.

- ¡¡¡CANISTER!!!! - gritó uno de nuestros hombres que estaba intentando disparar al Puma.

- ¡¡Maldita sea!!, ese bicho está disparando canister mi capitán, si queremos tener opciones de llegar a la planta baja con vida tenemos que darnos prisa entre disparo y recarga - le comentaba yo lleno de rabia y confusión.

- ¿Pues a qué espera sargento?, levante el culo y salgamos de aquí – me respondió con ironía.

El capitán karelin haciendo gala de su fama, corrió escaleras abajo como si fuera un chaval de veinte años. Nadie que lo viera en tal situación podría pensar que casi doblaba esa edad, pues era un hombre atlético y bastante fuerte y no aparentaba esos años.

- ¡La Maxim, desplieguen la Maxim, y cúbrannos, disparen al edificio de enfrente!! - ordenó el capitán con firmeza.

La Maxim a la que el capitán Karelin hacía referencia al llegar a la planta baja estaba posicionada en una de los ventanales, podía batir la zona para cubrir a los hombres, tanto al edificio donde se ocultaban los alemanes como a todo lo que pasara por la plaza, incluido el Puma. El problema era que no tenía mucha protección a los disparos enemigos, ya que eran muchos y además potentes.


- No se preocupe por el Puma mi capitán, su comandante ha perdido la cabeza - le comenté sarcásticamente a Karelin, que sabía perfectamente de que le hablaba, del anterior incidente de la muerte del comandante del Puma.

- Pues aún así esos demonios disparan como condenados, esa tripulación debe de ser experta. ¡¡Dios, como odio a esos malditos alemanes!!, - se lamentaba con su acento moscovita.

El Puma no dejaba de golpear con toda la dureza de su cañón de 75 milímetros. El conjunto de metralla procedente del canister se llevó de nuevo parte del edificio y de nuestros camaradas, uno de los cuales que fue muerto, un niño que ayudaba a desplegar la Maxim que no tendría aún ni 18 años.
En estos momentos fue cuando echamos de menos el no tener ya no a un sólo T-34, sino ni siquiera a un maldito mecanizado BA-10 con el que llamar la atención del mecanizado alemán, pues el Puma estaba haciendo estragos tanto en lo material del edificio, como en la merma psicológica de nuestros hombres.

Mientras todo esto ocurría, y todo según las novedades que nos llegaban por radio, el grupo de hombres del centro, pues se habían formado tres grupos para tomar los tres objetivos, (tres banderas), uno por cada flanco y otro por el centro. Este grupo, el del centro, que estaba comandado por el capitán Maslov, ya había tomado posesión de un objetivo nuestro, el edificio principal en el centro de la ciudad. Dicho grupo no tenía constancia de que hubiera enemigos en las proximidades, y sus flancos estaban cubiertos, por nuestros hombres y los del edificio adyacente, que aún no sabíamos quien los comandaba, aunque suponíamos que era el Teniente Melnik como ya comenté, y en su flanco derecho por dos pelotones de smgs con tenientes novatos que tampoco habían tenido ningún encuentro con los alemanes.
Parecía que el destino había sido caprichoso con nosotros, pues éramos junto con nuestro flanco izquierdo, el grupo formado por los hombres del teniente Chernienko y el capitán Khonev, que tampoco lo estaban pasando bien en el bosque, los que llevábamos la peor parte. Nosotros además teníamos al Puma martilleándonos a base de munición de alto explosivo HE y canister.
A continuación el capitán Maslov nos comunicó por radio que dejaría dos escuadras de ingenieros, que portaban rifles, no pphs, cubriendo el avance del resto de sus hombres desde la segunda planta del edificio central que ya habíamos obtenido, el principal objetivo (bandera grande). Allí los dejaría junto con una Maxim, y mandaría a otras tres escuadras de smgs avanzar hacia delante a ver que se encontraban. Supusimos que para poder detectar al enemigo cuanto antes y no llevarse sorpresa alguna, además así los alemanes tendrían que recorrer más metros para llegar al edificio central bajo el fuego de las pphs.




Entrevista con el soldado Sioridze.

Este hombre se encontraba en este momento en el flanco derecho de los tres mencionados, donde aun no habían tenido contacto alguno con los alemanes.

- Al contrario que muchos de mis camaradas de instrucción, no me sentía nervioso ni asustado, sino todo lo contrario, en disposición para el combate y con unas ganas tremendas de patear a los alemanes hasta Berlín. En todo momento intentaba recordar todo lo que me habían enseñado en la corta instrucción y en los consejos de los más veteranos.<No dudéis, - nos decían - son ellos o vosotros. No tengáis piedad, mantened la cabeza fría y recordad que un hombre en movimiento es un blanco fácil, cubriros los unos a los otros, utilizad las granadas para hacerlos salir, y sobre todo utilizad los flancos...>.

- Todos esos consejos se me agolpaban uno tras otro en mi mente y mantenían mi cabeza ocupada. Mientras, agarraba firmemente mi pph, y comprobaba una y otra vez la munición...<disparad en ráfagas cortas> - pensaba para mí.
A esas alturas de la guerra, en Noviembre de 1943 ya había cumplido los diecinueve años, y me encontraba entusiasmado ante mi primera empresa guerrera, ávido como estaba de aventuras, batallas y gloriosas victorias. Se mezclaban en mi interior las ansias militares que desde que tuve uso de razón fueron inculcándome mis mayores y, entonces más que nunca, sentí que había nacido para aquello.
- Bien, continuo, que empiezo a emocionarme.
- Nos habíamos parado en una antigua y demolida fábrica de vidrio esperando las órdenes del teniente, pero por lo visto éste estaba dando novedades por radio al capitán Maslov, que comandaba a escuadras mixtas de smg e ingenieros por el centro de la ciudad. Vuelvo a hacer hincapié en mis ganas de toparme con los fascistas, pues mis compañeros y yo no habíamos tenido ocasión de abatir a ninguno todavía, solo éramos unos novatos hasta entonces, como ya comenté. Estaba expectante a que el teniente Arbuzhov, el cual también llevaba pocas semanas en el frente, en concreto tres, una más que yo, y que por lo visto tampoco había encuentros serios con el enemigo terminara su conversación por radio con el capitán y nos diera la orden de avanzar.

Pasado un minuto nuestro teniente se nos acercó y nos propuso...

- Escuchadme chicos, somos el flanco derecho de la avanzadilla, hay dos más a nuestra izquierda, una avanza por el centro y otra que está teniendo problemas, la más alejada, por el oeste.
Se nos comunica que posiblemente puedan haber vehículos Puma por los alrededores apoyando a la infantería, unidades de asalto Jaegger, que tienen subfusiles MP – 40 similares a nuestras pphs. Así que ya sabéis, estad atentos – nos explicaba el teniente mientras proseguía. - Algunos de vosotros ya habéis tenido encuentros con ellos, pero la mayoría no. Recordad de la instrucción a los Puma, ¿de acuerdo?. Son vehículos blindados ligeros de apoyo, con una ametralladora coaxial en su torre, cañón de 75 mm y tienen munición tipo canister según nos han informado. No dudéis en lanzarle cócteles, pues llevan ruedas y una pequeña abertura con una especie de celosía metálica en su torreta para que el comandante pueda observar la situación. Por ahí puede colarse el fuego de nuestras botellas. Si les tiran granadas inténtenlo en los bajos, sino no hay nada que hacer, ¿de acuerdo? - gesticulaba el teniente, lleno de convicción observándonos fijamente uno por uno.

- ¿Y cuáles son las órdenes mi teniente, avanzamos? - comentó algún camarada.

- Eso parece, así que vamos a desplegar la Maxim arriba, en la segunda planta para que nos cubra el avance, vamos a cruzar la calle con mucho cuidado, y si se detectan enemigos se continúa avanzando hacia el edificio de enfrente, nadie se para y menos se retrocede. Una vez en él vamos a separarnos en grupos, unos irán por el flanco derecho y otros por el izquierdo, tenemos que llegar al objetivo y defenderlo si fuera preciso. Esperemos que no nos topemos con ellos, pero si fuera el caso, no tengan piedad. ¡Eliminen a los fascistas!.
¡¡Camaradas la hora ha llegado!!. Nos vemos justo enfrente para dar órdenes y dividir los grupos, pase lo que pase esperen allí, eso es todo – terminó de decir el teniente mientras recogía sus pertrechos.

Esa fue la pequeña charla PRE avance que nos soltó el teniente Arbuzhov. En teoría estaba bien, pero yo quería comprobar como se comportaría cuando comenzarán las hostilidades. Yo, al contrario que él, sí tenía ganas de encontrarme cara a cara con los fascistas y darles su merecido. Mi padre me lo recordaba en cada una de las cartas que recibí desde que salí de casa. Mi apellido estaba unido a la batalla durante generaciones"




Entrevista con el soldado Yurtopenko:

- Tras llegar a la arboleda y pegar el panzazo fue cuando vomité por fin el maldito café que me había estado torturando todo el momento. El calor del devuelto se filtró por la manga derecha de mi uniforme, mientras, mi camarada Kirilenko se reía con aire burlón y nervioso.

- Yurto, así no pasarás frío en la vida - me comentó con sorna.

- Puedes jurarlo, pero lo malo es cuando se congela. No soporto este olor, me pone más nervioso aun si cabe - respondí mientras sacudía mi brazo con el fin de deshacerme de los restos de grumos de café.

El teniente Chernienko nos daba instrucciones por señas, tanto a nosotros como a tres escuadras de smg que llevaba al mando en un total de treinta y un hombres.
Te dabas cuenta de que el sonido de disparos se acrecentaba, y aunque no podíamos ver lo que ocurría, a unos treinta o cuarenta metros por delante nuestro era indiscutible que había más que un intercambio de disparos.
Gracias a la experiencia que atesoraba el teniente Chernienko nos comunicó que escuchaba sonidos de MP - 40 y de alguna MG - 42, pero que la ametralladora pesada de apoyo sonaba distante por los ecos que rebotaban en los edificios de más atrás del bosque, con lo cual estaba más retrasada que las MP - 40.
Nuestro objetivo quedaba a la derecha, entre el bosque en el que nos encontrábamos y una calle bastante ancha que nos separaba. Teníamos que cruzarla, entrar en el edificio y buscar una comunicación con otro edificio adyacente a su derecha, nuestro verdadero objetivo.
El teniente ordenó por señas avanzar y cruzar la calle a una escuadra de nueve hombres que se encontraban algo más adelantados. Mientras, nosotros avanzamos unos veinte metros a través del denso bosque detrás de las tres escuadras que estaban bajo nuestro mando. Sólo el sonido de los disparos es lo que escuchábamos, pero al avanzar un poco más nos dimos de bruces con todo el fregado en medio del bosque.
De improviso, como por arte de magia, el bosque se cortaba, como un cortafuegos. Sólo había un par de casas de madera un poco más adelante, no recuerdo bien, y un pequeño lago medio a congelar a la izquierda.

- ¡¡CUIDADO, AL SUELO!! - gritaron tras de mí. Las balas silbaban por encima de mis orejas y me parapeté tras un árbol. El teniente estaba escondido entre los arbustos y troncos caídos de árboles. Llegamos a identificar que los disparos procedían del edificio situado a la una en punto en las manecillas del reloj, de nuestra posición, desde un edificio, y supuestamente desde sus dos plantas. También supimos por las señas de un camarada de la avanzadilla que llegó primero, y que había sido muy castigada, que justo enfrente, a las doce, había dos MG - 42 en las plantas superiores. Esto fue lo último que nos comunicó, pues una granada de mano lanzada del edificio más próximo explosionó en un cárdeno resplandor y lo destrozó delante de nuestros ojos. Pudimos observar en primera persona como ese camarada empezó a convulsionar violentamente primero y luego más pausadamente hasta que cesó y quedó inerte mientras emitía un extraño quejido que también fue menguando hasta desaparecer.
En esos momentos estaba acojonadísimo, no sabía que hacer, y una parte de mí me decía que saliera de allí, ¿pero a dónde?.
Intenté tranquilizarme, pues la situación me estaba atrapando y estaba nublando mi mente. Intentaba recordar a mi padre y que haría él en un momento así. Había sido un héroe en la primera gran guerra, no podía defraudarle, ni a él ni a su memoria, pues estos fascistas se habían encargado de eliminarlo de la faz de la tierra.
No sé como salí de mis terribles pensamientos, pero recuerdo que pudo deberse a que vi al teniente que me gritaba ante mis narices, inmóvil, inalterado, con el semblante pálido pero algo lívido y mirándome fijamente a los ojos. Y aunque no oía nada y todo me era confuso, por el terrible sonido, los trozos de esquirlas de los árboles que volaban de aquí para allá, la última escena que se me quedó grabada en la retina y en resumen por la aturdidez de la situación, conseguí dominarme momentáneamente, pero estábamos siendo machacados con una dureza indescriptible en aquel bosquecillo. Esa era la puta realidad.

- ¿Dios, cómo he llegado aquí?. Padre dame fuerzas... – eran los pensamientos de mis adentros, y todo en su conjunto me martirizaba el alma.

Sin ton ni son, cuando al fin recobré la vista, pues nunca la había perdido, pero mi cerebro no procesaba las imágenes, empecé a dibujar una silueta en mi cerebro, y un sonido... potente...

- Es un.... Puma ...un STUMMEL... !! - ¡¡Yurto, RETIRADA, RETIRADA!!! – se desgañitaba el teniente en el intento de que los hombres lo escucharan, mientras se ponía en pie desafiando a la muerte y gesticulaba con las manos.
El teniente hacia gestos para que volviéramos sobre nuestros pasos, quedarnos allí era un suicidio.
Estábamos siendo machacados por dos MG – 42 que batían la zona, varias escuadras de supuestos Jaeggers a veinte metros escasos, parapetados en una casa y desde sus dos plantas, y lo más grave, un Stummel estaba cruzado en la calle que dividía el bosque de los edificios, disparando sobre nuestra posición con su MG y su cañón.
En el momento en que reaccionamos y volvíamos hacia la retaguardia un tremendo calor me recorrió la espalda, una fuerza invisible me golpeaba, y le siguieron unos golpes fortísimos por todo el cuerpo en su parte trasera a la altura de la cintura y todo el tronco superior. Un sonido atronador se apoderó de todo. Una de las casas de madera que teníamos entre nuestra posición y la del enemigo que ahora quedaban a nuestras espaldas, había recibido un impacto directo del Stummel o de su honda expansiva y trozos de maderos de una de sus partes ,cumpliendo a la perfección el papel de metralla fue lo que había golpeado mis traseras.
Mi camarada Kirilenko no podría contarlo, pues uno de esos trozos de madero le segó la vida de un rotundo zarpazo asesino y vi como se desplomaba en el suelo entre trozos de entrañas y viscosa sangre.
Cuando llegamos como pudimos a una zona menos castigada, fuera del alcance enemigo, en la retaguardia pero sin salir del bosque, nuestra avanzadilla empezó a reagruparse.
El Stummel gracias a Dios no avanzó y se quedó en su posición disparando a la zona y sin alcanzarnos, pero el daño grave ya nos lo había hecho.
Tuvimos muchas bajas, unos veinte hombres había caído, entre los que se encontraban dos tenientes, y todos los hombres de su unidad personal, Kasparatis y Yerin eran sus nombres.
La situación estaba comprometida, el flanco izquierdo, el del oeste, peligraba, pero lo peor se suponía, o eso esperábamos, había pasado. Ahora sabíamos que no se podría avanzar sin apoyo de blindados, pues el mecanizado se mantenía a distancia y con los flancos cubiertos por la infantería germana.
Todos deseábamos que los refuerzos que debían de llegar en los próximos días estuvieran ya allí. Esos queridos T-34, pero debíamos ceñirnos a la realidad. ¡No había T-34!.

El teniente Chernienko mostraba un rostro de preocupación, lo que le notaba yo en su ojos algo perdidos y en sus temblorosas manos. Pero no se arrugaba, sólo le oí lamentarse a solas de los hombres que había enviado a cruzar la calle hacia el edificio antes mencionado que teníamos que ocupar y cayeron abatidos a discreción por la coaxial del Stummel, una escuadra completa. Nueve hombres que no pudieron defenderse ni saber siquiera a que se enfrentaban.
Él seguía lamentándose a solas y auto inculpándose de no haberlo intuido, pero nosotros sabíamos que no era culpa suya. Eso había ocurrido antes de detectar a los mecanizados, y lo digo en plural porque vimos horrorizados desde la tranquila posición de retirada, como en la lejanía llegaba un Puma de refuerzo que se unía al Stummel.
Ahora los dos diablos, como buitres sedientos de carroña y sangre acechaban desde la esquina. No se podía avanzar, ni cruzar la calle, todo intento sería un suicidio, pero si retrocedíamos el flanco corría peligro de ser rebasado, debíamos permanecer en el bosque a modo de barricada de nuestro flanco.
Todos sabíamos cuales iban a ser las ordenes una vez que Chernienko comunicara la situación por radio al alto mando....

- De acuerdo, mi general... no se preocupe... los hombres cumplirán con su obligación... ¡¡NI UN PASO ATRÁS!!! – se le oía comentar al teniente por radio mientras hablaba con el alto mando.

Aquellas palabras sonaron más proféticas que nunca....

Se nos acercó con decisión y mientras sacaba su arma y la mostraba en su mano alzada, comenzó su elocuente arenga.

- ¡¡Camaradas, esta es la situación!!.

Tenemos orden de no dejar pasar por este flanco a ningún fascista cueste lo que cueste. Esos vehículos no deben avanzar bajo ningún concepto, ¿entienden lo que digo?.
Sé que se encuentran cansados, algunos incluso heridos. Somos muchos los que hemos perdido familiares, camaradas y a nuestros amigos en esta maldita guerra alimentada por el invasor fascista, pero no podemos consentir que esas alimañas devoren hasta las raíces de nuestra madre patria. El camino es y será muy duro, y hay mucho que perder aún, pero llegará el día, camaradas, en que todos juntos volvamos a reír y a soñar, a ser felices de nuevo y a recobrar nuestras vidas y almas. Aquí, en este mundo o donde sea, ¡camaradas, tenemos que hacerles pagar por todo ello!. No volvamos la vista atrás para ver hacia donde podemos correr, volvámosla para recordar a quienes no están aquí con nosotros, y un día estuvieron. Hay muchos miles que ya han muerto, pero hay millones que confían en nosotros y en nuestra honorable empresa, somos su referencia, somos su todo. Ellos desde allí, desde la retaguardia, y desde donde hayan ido los que ya no estén con nosotros, nos piden, nos exigen, que matemos al invasor. Nos enseñan a odiar, con eso hay que vivir de momento.
Por cada uno de nosotros que haya caído caerán cientos de ellos No tengáis la menor duda de que venceremos. ¡Camaradas, muerte al invasor, muerte a los fascistas, viva la Gran Rodina, viva el camarada Stalin! - ¡¡VIVA, VIVA!! – se respondía al unísono con fervor guerrero. - Juntos como hermanos de esta noble causa conseguiremos vencer...¡¡MUERTE AL INVASOR, NI UN PASO ATRÁS!! - gritábamos enfervorizados todos los hombres y empezamos a entonar todos juntos La Internacional.

El discurso apológico del teniente me volvió a dar fuerzas, tanto a mí como a todos los camaradas. Juntos levantamos los puños cerrados al grito de ¡¡NI UN PASO ATRÁS!!. La verdad que fueron momentos muy emocionantes. No puede aguantar que las lágrimas me brotarán y resbalaran por mis ardientes y sucias mejillas, de repente había olvidado hasta el frío que hacía en mi patria.

- ¡Joder, maldita sea!. ¡La fea manda cojones de verdad!. La situación esta muy jodida, unos setenta hombres y sin comandar. Yo no puedo estar en todos sitios, y muchos recién llegados...- maldecía el teniente con tono grave.

- No me hagan caso muchachos, es mi forma de concentrarme - disimuló Chernienko al ver que tanto Mozin como yo nos habíamos percatado. - El capitán Khonev - prosiguió - viene de refuerzo para comandar a tantos hombres descontrolados Debemos esperar. Yurto vaya comentándoselo a los hombres, que se cubran y listos por si los blindados se acercan. – me ordenó el teniente.

Su idea era la de reagrupar el flanco y esperar la ayuda del capitán de refuerzo, ya que en la primera avanzadilla había caído dos tenientes..



Mientras, nuestro flanco comandado temporalmente por el teniente Chernienko a la espera de que el capitán Khonev hiciera acto de presencia por la retaguardia para dirigir al grupo parcialmente desorganizado, empezó a reagruparse.

La situación en el otro flanco era bien distinta.




Entrevista del soldado Dioridze:


- Volvimos a salir de la fábrica a la calle helada en escuadras. La mía no fue de las primeras, pues debíamos de cubrirnos unos a otros y el teniente nos comunicó que esperáramos y cubriéramos a la que avanzaría primero.
Recuerdo que me encontraba absorto en la contemplación de un camarada que corría cruzando la calle hacia una de las ventanas del edificio de llegada, y que resbaló con las pequeñas placas de hielo que se formaban en el asfalto, dando con sus huesos en el suelo.

- Les toca a ustedes, ¡corran ahora, vamos, vamos, vamos! - escuché que el teniente nos gritaba desde atrás.

Puse mucho cuidado en que no me pasará lo que acababa de contemplar, pues no era el primero que podría partirse la cadera en una caída .Estaba claro que por aquella zona los alemanes no habían aparecido y el edificio ya estaba tomado por nuestras unidades, así que pude poner todos mis sentidos en tamaña tarea.

Al llegar, una sensación de calor se apoderó de mí. El edificio que quedaba a nuestra izquierda, separado por una calle, estaba literalmente cociéndose bajo unas llamas muy turbulentas. El calor que tanto había deseado estos días atrás se aparecía ante mí cuando menos falta me hacía. No pude evitar el pensar en el daño que estos salvajes alemanes nos estaban haciendo. La ciudad estaba completamente destruida. Casas en ruinas, montañas de ladrillos en medio de las aceras y carreteras, huecos donde se suponía que debía haber paredes, cascotes por todos sitios, casas abandonadas en el mejor de los casos...

Me fijé que en uno de los muros del edificio que acabábamos de tomar, justo arriba en uno de sus bordes, escrito con tiza y muy desgastada se podía leer panadería, o eso me pareció descifrar.
Mientras, las calles estaban mortalmente silenciosas y el aire frío arrancaba de los postes telegráficos que quedaban aún en pie, los escritos esperanzadores de los que buscaban a los suyos en aquel caos de desolación y destrucción.

Al entrar en el edificio, mis fantasmas mentales no se esfumaron, se agravaron aún más. La visión de enseres destrozados repartidos por la casa, agujereada en todas sus paredes y aristas. Una cama vacía sin colchón, cascotes y polvo de yeso por el suelo, marcos de fotografías de vidas arruinadas junto con vidrios esparcidos por todos los rincones del suelo...Tales visiones me desconcertaban e hicieron sentirme con náuseas, enfermo y colérico. No podía hacer cosa alguna que seguir odiando con toda mi alma...

- ¡Descansen camaradas! – interrumpió el teniente sacándome de mi atisbo mental. - Como podrán observar el edificio contiguo está en llamas, con lo cual está descartado que podamos acceder al objetivo a través de él. Como ya les dije vamos a dividirnos en dos grupos, uno por cada flanco. Vamos a intentar llegar hasta el objetivo a la misma vez si es posible, por si hay alemanes dividirles el fuego, y sorprenderlos en un fuego cruzado – explicaba didácticamente el teniente con su natural parsimonia. - Vamos a estar cubiertos en todo momento por la Maxim de atrás colocada en la fábrica. Una escuadra se quedará aquí en la segunda planta cubriendo también el avance del flanco izquierdo, ¿alguna pregunta? - añadió el teniente Arbuzhov frunciendo el cejo.

En ese mismo momento llegaron tres escuadras más, un pelotón al completo de unidades smgs comandadas por el teniente Selenienko.
A él pertenecía mi amigo y camarada Selenev, quien llevaba un par de meses en el frente y me había dado muy buenos consejos en las reuniones nocturnas que hacíamos en la retaguardia.
Era un muchacho de unos veinticinco años, alto, fortachón, de complexión recia y muy rudo en sus modales. Un arraigado moscovita del norte, pero muy buen tipo. Intercambiamos una mirada de complicidad y me dirigió un saludo con su mano izquierda.

Los dos tenientes estuvieron un par de minutos unificando criterios sobre la táctica a seguir y mientras, Selenev se me acercó y dándome una palmada en la espalda para transmitirme serenidad, me ofreció un pitillo. Aunque yo no fumara lo acepté de buen gusto, pues era un hábito muy apreciado por los veteranos aquí en el frente.

- ¿Preparado chico?, de momento la cosa no va mal, ¿eh? – se apresuró a decirme.

- ¿Selenev, crees que nos encontraremos con algún alemán?. Estoy deseoso de verlos y toparme con alguno cara a cara para darle lo que bien se merece – le repliqué en seguida.

- Tranquilo camarada, no desees con tanto ahínco, pues las cosas que se desean con tanta fuerza se pueden llegar a convertir en realidad – sonrió con un mohín descarado.

Me quedé mirándolo fijamente, circunspecto, ya que en aquel momento no entendí muy bien a que se refería mi camarada Selenev, porque eso era lo que le había dicho. Yo quería ver a un alemán cara a cara, ya que mis experiencias con ellos se reducía a algún disparo de soslayo, nunca a menos de trescientos metros y sólo en un par de veces la semana anterior.

Era la primera vez que iba a combatir. Y aquí en la ciudad los enfrentamientos solían ser cuerpo a cuerpo. Esto sería la gran oportunidad para crear mi propia historia.

- Mi teniente, el capitán Maslov al aparato... – avisó el camarada de la radio pasándole el auricular al teniente.

- Dígame mi capitán...

El teniente Arbuzhov respondió a las novedades que el capitán Maslov parecía transmitirle.
Aunque tuviera la misma graduación que su homólogo Selenienko y la misma experiencia en combate, o sea mínima, y nula en ciudad, parecía que el teniente estaba hecho de otro material, se le veía que mostraba valor y decisión. En mi opinión apuntaba maneras.

Al terminar la conversación por radio con el capitán Maslov, que dirigía el avance por el centro, los dos tenientes hablaron a solas medio minuto y Arbuzhov se dirigió a nosotros con el semblante tenso.

- Camaradas, nos han informado, que dos edificio más adelante, pasando el edificio objetivo hay unas tres escuadras de enemigos que se acercan cautelosamente hacia él. No podemos consentir que se atrincheren allí y debemos de tomarlo antes que lleguen. – El teniente hacia referencia a esto porque un asalto de momento no constaba en nuestros planes.
- Vamos a seguir con el plan inicial, nos dividiremos en grupos, mis hombres y yo iremos por el flanco derecho, y el teniente Selenienko por el flanco izquierdo, rodearemos el objetivo e intentaremos llegar antes que esos malditos, pues es de vital importancia que no tengamos que asaltar nosotros y sí ellos. Sí somos rápidos chicos, - agregaba, - llegaremos antes y les sorprenderemos en medio de la vegetación o cruzando la calle.
Bien, revisen el equipo y a sus puestos, recordad que hay que llegar al edificio, nada de mariconadas de darse la vuelta, ¡¡NI UN PASO ATRÁS!!, u os juro por mis muertos, que no son pocos, que yo mismo les dispararé en el mejor de los casos, y si eso no se os mete en la sesera, sabed que todavía hay muchas bacantes en nuestros gulajs, ¿entendido? – amenazaba el teniente enérgicamente.

No pensaba en otra cosa que en las instrucciones que nos había dado el teniente. Así, volvimos a salir del refugio temporal para avanzar por la calle. Tenía todos mis sentidos puestos en el frente y en llegar rápido. Las placas de hielo del suelo me recordaron que seguían estando ahí, pues pegué un resbalón en cuanto toque asfalto a la carrera.

Todo parecía ir de puta madre, pues llegamos al edificio objetivo por el lateral y no había visto ni un sólo alemán.

- ¡Por la ventanas, camaradas, dense prisa! - musitaba el teniente agachado y señalando los huecos sin cristales.

Me colé por una ventana sin marcos, y cuando entré en el edificio, sólo al avanzar unos diez metros me vino a la mente el consejo de Selenev. <Cuidado con los que se desea...>

- ¡¡¡ENEMIGOOOOS!!! ¡¡¡FUEGOOOO!!! – escuché las voces recias de los camaradas.

Los gritos de mis camaradas me asustaron más que el hecho de poderme encontrar con los fascistas frente a frente.
Advertí unas siluetas delante, a unos diez o quince metros, y entonces escuché su inconfundible idioma.
Empecé a disparar mi pph sobre la zona. No recordaba en absoluto los consejos sobre las ráfagas, para cuando quise darme cuenta advertí que estaban disparando también ellos contra nosotros, pero la llegada de mis camaradas que entraban por todas las ventanas de los dos flancos haciendo fuego, hizo quedar la zona quedar totalmente arrasada a balazos.

Escuchaba sus lamentaciones, y me di por advertido que no se devolvía el fuego.
Varios camaradas avanzamos hacia el centro del grandioso salón en la planta baja, hacia donde se suponía que los fascistas se encontraban parapetados o abatidos, y fueron rematados sin ningún escrúpulo allí mismo. La ira se apoderó de mi...

- ¡Bastardos!, ¿qué os parece esto? – les gritaba mientras le escupía a uno de ellos que se retorcía en el suelo y lo remataba a culatazos en la cara con mi pph.

Repentinamente se hizo un espeso silencio y entonces avanzamos hasta las ventanas que daban a la calle, por donde había entrado el enemigo, y donde el edificio tenía su entrada principal.

- ¡Ahí llegan más! ¡Fuego camaradas!. ¡Mandarlos al averno del que proceden! – gruñían rabiosos los camaradas.

Dos escuadras enemigas, sobre unos veinte hombres, avanzaban hacia nuestra posición desde los escombros de una casa derruida que había justo enfrente de la calle, emplazada en una zona arbolada.
Los fascistas caían rápidamente bajo nuestro yugo de balas. Los teníamos a escasos diez metros y sin protección, eran un blanco perfecto para nuestras ansias de venganza.

La táctica de la rapidez del teniente Aburzhov había dado resultado. Nos encontrábamos parapetados en el edificio y disparando a placer sobre los fascistas que cruzaban la calle en nuestra dirección.
Algunos de ellos retrocedieron y se reagruparon en los escombros de la casa, desde donde empezaron a devolver el fuego, pero la calle había quedado plagada de cuerpos inertes del enemigo y la sangre corría por el suelo tiñendo la nieve entre un estruendo de balas.

Teníamos que andarnos ahora con más tacto, pues ya no era tiro al pato como hacía dos minutos. El enemigo devolvía el fuego y teníamos que hocicar de vez en cuando. También empezamos a tener bastantes bajas.
De repente de entre la arboleda, detrás de los escombros apareció la figura de un,... ¿tanque?. No podía ser, pero había olvidado que se nos informó que podían haber mecanizados apoyando la incursión alemana.

No había acabado de identificar con la vista que bicho era, cuando un temblor en la pared hizo saltar trozos de todo tipo por los aires. Cuando me di cuenta había sido desplazado unos cuatro o cinco metros hacia atrás y no sabía donde me encontraba, estaba aturdido. Cuando fui consciente de la situación y reaccioné, otra ola de calor y metralla se dirigía hacia mí; me tiré boca abajo paralizado por el terror y la indecisión.
Esto no podía ser un Puma, porque entonces, ¿cómo serían los Tigers?, o más aún ¿ como sería esa famosa Dolly que infundía un temor inaudito hasta en los más veteranos? – me aventuraba a pensar ante mi inexperto conocimiento, en el mar de dudas que me rondaba la cabeza .

Fuera lo que fuera, nos estaba machacando. Iba a tener que averiguarlo más tarde, si es que salía de allí. De momento mi instinto intuyó que no hiciera ningún movimiento. <Un hombre en movimiento es un blanco fácil...>

El vehículo seguía disparándonos, y yo ni siquiera podía respirar ni ver, pues se había formado una nube de polvo de yeso que caía del techo y flotaba en el ambiente en una densa humareda blanca. Las oscilaciones de las paredes hizo que la carga de un armario, cazuelas, sartenes, y todo tipo de pertrechos cayeran encima mía, con el consecuente dolor.
No escuchaba nada de lo que se decía, sólo oía el sonido de voces en la lejanía. Lentamente fui arrastrándome hacia una de las ventanas que daban al exterior. Entonces ya si pude observar a mis camaradas.
En el tiempo que tardaba en recargar lo que fuera que nos estaba disparando aprovechaban mis camaradas para arrojarle cócteles incendiarios, granadas y todo lo que se tuviera a mano.

- ¡¡Son dos, son dos, CUIDADO!! - era la voz de un camarada que disparaba a tiempos por la ventana.
Al asomarme como pude, estupefacto observé que se trataban de dos Pumas. Uno a unos treinta metros y otro un poco más retrasado a su izquierda, a unos cuarenta. Estaban envueltos en llamas por los cócteles que les habían lanzado, uno ya tenía las ruedas prendidas de liquido inflamante y comenzaba a arder.

Me agaché de nuevo, y cuando estaba cogiendo una de mis granadas escuché un estruendo de uno de ellos y me encogí de la reacción. Al instante que le precedió, escuché como si un enjambre de avispas volara por encima de mi cabeza, pero sin sensación de calor ni fuerza alguna.

- ¡¡CANISTER!! – se gritaba en la confusión del momento. ¡Mierda, esto si que es una jodienda! – me lamentaba para mis adentros.

Me arrastré por el suelo como pude esquivando todo tipo de objetos hacia la ventana por la que había entrado, que se encontraba algo más atrás. Era una locura quedarse allí, y además no oía las órdenes del teniente Arbuzhov. Pensé si podría llegar a la parte trasera de edificio, donde los impactos eran menores y estaba la dichosa ventana.
Mientras me arrastraba, vi por entre la agujereada pared pasar a toda velocidad a un Puma en dirección a nuestra retaguardia, por la misma calle donde habíamos avanzado minutos atrás.

- ¿Pero qué diablos..?, ¿qué piensa hacer? – era la disyuntiva que se me venía a la mente.
Llegué con mucho esfuerzo a la ventana por la que accedí a la vivienda. Cansado, sordo y desconcertado. Perdido en mi nube temporal por todos los impactos que habían hecho contra nosotros y que afortunadamente ninguno había hecho mella en mi físico, aunque sentía un dolor fuerte en el pecho y sangraba por detrás de la oreja derecha.
Con precaución me asomé, y al ojear hacia la derecha por nuestra vía de acceso, vi al Puma completamente en llamas siendo acribillado en toda su superficie, pues las balas le rebotaban en una algarabía de chirridos metálicos. Seguramente, la Maxim que había cubierto nuestros pasos hacía fuego contra él. Inesperadamente advertí, como una unidad caza carros que aparecía literalmente de la nada le lanzaba cócteles inflamables, y como sus ocupantes totalmente en llamas se apresuraban a salir por la escotilla superior.

- ¡No le disparéis, que se quemen como ratas que son! – oía en mi interior cegado por mi ira.

Parecía que tanto el equipo anti tanque, como los que le disparaban desde algún flanco captaron mi mensaje mental y cesaron los disparos. Pude comprobar como se retorcían aquellos hijos de puta que habían estado machacándonos, entre movimientos reflejos rápidos y terribles espasmos de dolor.


El capitán Khonev llega al flanco izquierdo.



Versión del soldado Yurtopenko:



- Había ido por todos las escuadras de retaguardia informando de las órdenes de Chernienko a los hombres. Debíamos esperar.

Al regresar de mi misión, el teniente acaba de reagrupar a los hombres de nuestro pelotón y se disponía dar nuevas órdenes.

- Camaradas, ya veis la situación, hay que intentar avanzar hasta donde podamos, antes de que a esos hijos de puta les de por avanzar hacia aquí. Tenemos que llegar a una zona donde podamos hacer fuego a los que están cubriendo los vehículos desde los edificios, pero a salvo de los disparos de estos. Contamos con que ya sabemos qué hay delante y tomaremos las precauciones oportunas. Como los chicos van a esperar al capitán Khonev, seremos nosotros y nuestras tres escuadras quienes tengamos que aguantar el flanco hasta que éstos nos ayuden, seremos la punta de lanza de esta segunda avanzadilla – fueron las palabras del teniente que parecía haber perdido el juicio.

- Pero teniente...,

- Sé lo que me va a comentar Yurto, pero si los alemanes no ven enemigos delante, avanzarán, y el flanco ahora mismo puede caer con todos estos verdes aquí. No hay otra solución. – interrumpió el teniente gravemente.

En realidad el teniente tenía toda la razón, aunque me daba pánico volver a tener a esos bichos tan cerca, pero defender el flanco era lo prioritario. Así que pusimos de nuevo pie en polvorosa y volvimos sobre nuestros pasos por el bosque hacia quien sabe Dios lo que nos encontraríamos . Camino de las fauces del averno.




Entrevista con el Sargento Danilov:


- Sin darnos cuenta, de repente se hizo un silencio incómodo. Ese silencio que muchas veces es presagio de que algo va a suceder de buenas a primeras Ese tipo de situaciones me crispaban los nervios.
Los disparos enemigos volvieron a hacer su aparición, pero el peor de todos era el del Puma, que seguía incordiando a base alto explosivo.

Me incliné sobre un boquete y con los binoculares vi que el Puma se marchaba hacia el flanco izquierdo por la calle de atrás. < Los chicos de Khonev lo van a pasar mal, espero que aguanten > - me esperanzaba yo.

Con el movimiento del Puma nos quedamos dos grupos de enemigos frente a frente, en igualdad de condiciones. Teníamos controlada la zona de acceso hacia el objetivo asegurando toda la plaza. El enfrentamiento en esta zona sería a partir de este momento a una distancia de unos ochenta metros, de casa a casa y esperando que alguien saliera, hecho que dudaba mucho.

La situación para resumir, se parecía a la que tuvo lugar en la primera gran guerra. Dos bandos, dos trincheras y a tirarse pepinos, sólo que aquí las trincheras habían sido sustituidas por edificios. A ver quien de ambos aguantaba más.
Última edición por Yurtoman el 14 Ene 2009, 12:10, editado 27 veces en total.
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Mensaje por AQUILIFER »

:shock: ¡¡¡IMPREZIONANTE!!! :shock:

¡He perdido la cuenta de los "pumas" alemanes!

Enhorabuena por semejante currada, estas cosas enriquecen el foro, si señor.
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Mensaje por Yurtoman »

Gracias :wink: .

Mira, para sacarte te tus dudas. Había cuatro pumas y un stummel.

Un puma junto con el stummel en mi flanco izquierdo, otro haciendo de las suyas por el centro, a los hombres del capitán Maslov :P , y otros dos en el flanco derecho. Lástima que de los hombres de Maslov no tengamos relatos. :bang: .

A ver si puedo colgar las fotografías de una vez.

Saludos. Yurto.
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Mensaje por Adelscott »

Joder, si hasta tengo stress de combate después de leerte el relato, tio. Que barbaridad... menos mal que al final ganamos los buenos, cuando no dejaban de aparecer blindados (muy bien esos molotov) no lo veía nada claro... Me pido jugar de Yurtopeeeenkooo :mrgreen: :mrgreen:
Última edición por Adelscott el 25 Abr 2004, 14:23, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Lord-Blade »

Un AAR genial, me ha parecido esplendido y muy currado, digno de una gran escena de una pelicula, y esto te lo dice una de las personas mas exigentes en cuanto a criticas se refiere :wink:.


Ta lego!!!!!!!!
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Mensaje por Yurtoman »

Bueno pués muchas gracias todos, y eso, espero ke os haya gustado, aunke la warra de Ineluki no me ha felicitado, la muy.... :mrgreen: :mrgreen: .

Bueno, a ver si hoy puedo colgar las fotillos.

Saludos. Yurto.
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Mensaje por Ineluki »

Yurto-Perra

Ja ja ja!!!
:mrgreen:

Esta mañana no he tenido tiempo de leérmelo, macho! Si es enorme!!! :shock:

He acabado ahora mismo, y me ha gustado mucho, sinceramente. Muy muy bueno. Me ha impresionado :shock: el peacho de currada que te has pegado. A mi, sinceramente, me faltaría paciencia! Que si diferentes testimonios, que si conversaciones... joder! Enhorabuena, de verdad.

Como han dicho ya, ha habido momentos en los que he llegado a ponerme nervioso leyendo lo mal que lo estaban pasando, y temiendo que Yurtopenko se volviera a giñar patas abajo otra vez, o que se arriesgara a tomar otra taza de café con churros :mrgreen: :mrgreen:

Ojalá puedas enseñarnos las imágenes, Yurto, porque te ha quedado de puta madre, y es el típico AAR que te gusta leer más de una vez...

Un saludo!
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Mensaje por Kaiser »

Felicidades por el relato Yurto, muy ameno de lectura y muy currado.
Menuda "parrafada" te has pegado, seguro que los dedos despues de escribirlo te hechaban mas humo que el cañón de mi Panzer cuando ve pasar un jeep americano por una carretera en "fast". :mrgreen:

Buen trabajo, de ahí al premio cervantes hay un solo paso.


:mrgreen: :mrgreen: :mrgreen: :mrgreen:

Un saludo.

Kaiser
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Mensaje por Ineluki »

Kaiser escribió:
seguro que los dedos despues de escribirlo te hechaban mas humo que el cañón de mi Panzer cuando ve pasar un jeep americano por una carretera en "fast". :mrgreen:
Esperemos que no sea un jeep inglés, je je je. Que no me fio de ti ni un pelo!!!! :nervios:
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Mensaje por Yurtoman »

Menuda "parrafada" te has pegado, seguro que los dedos despues de escribirlo te hechaban mas humo que el cañón de mi Panzer cuando ve pasar un jeep americano por una carretera en "fast".


:mrgreen: :mrgreen:

No, no creas, lo he escrito en una dos tardes, trankilamente.

Y ahora una anéctoda, ya ke se ha sacado la palabra.

¿Sabeís de donde viene la palabra, "jeep"?.

Saludos. Yurto.
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Mensaje por Kaiser »

Claro Yurtoman!

La palabra esa viene de "Jeepy" que es un tipo con flores en las orejas y que pregona el amor libre para levantarle las mozas a los demas.

¿Es eso no? :mrgreen:

Un saludo
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Mensaje por Ineluki »

Una especie de abreviatura de "General purpose vehicle"? :?
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Mensaje por Yurtoman »

Ineluki escribió:Una especie de abreviatura de "General purpose vehicle"? :?
Pozi. :shock:

Es la abreviatura de "General purpose vehicle", "GP" en yanky, y pronunciando "jeep".

Ineluki, te has ganado el gallifante. :lol: .

Saludos. Yurto.
Última edición por Yurtoman el 27 Abr 2004, 12:37, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Ineluki »

Luego te mando mi dirección y me envías la muñeca chochona que he ganado, vale? :mrgreen:
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Yurtoman
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Mensaje por Yurtoman »

Ineluki escribió:Luego te mando mi dirección y me envías la muñeca chochona que he ganado, vale? :mrgreen:
La muñeca, te la ganas si sabes ahora de donde procede el término "O.K". :P

Saludos. Yurto.
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