No he podido por menos que conmoverme pues con la muerte de este genio ajedrecístico ha muerto algo mío con él.
Uno de los primeros libros que leí fue el que comentaba el mundial de ajedrez de 1972 entre Fischer y Spassky. Reproduje una y otra vez aquellas partidas donde se plasmaba el genio de esta mente agraciada con un coefeciente intelectual de 182, como la de Einstein (eso pone en la noticia).
El ajedrez desveló toda la magia y toda la pasión que encierran sus 64 casillas de la mano de este hombre extraordinario.
Quiero rendir un homenaje al que para muchos es y será el mejor ajedrecista de la historia.

Dios lo guarde en su gloria
