Barbarroja, la victoria imposible
Publicado: 15 Abr 2004, 11:52
Hola a todos:
Es de sobra conocido el desarrollo de Barbarroja, el grandioso ataque de Hitler contra el que consideraba el enemigo mortal de Alemania, la URRS, en una lucha a vida o muerte. Sin embargo, ya en la génesis del plan Otto (más tarde, Barbarroja) no pocos militares advirtieron la dificultad de subyugar al gigante soviético, y sobre todo, la escasez de medios en relación con la importancia de la operación y la amplitud de los objetivos.
En este sentido hay que apuntar que basándose en los números, la Wehrmacht de 1941 estaba en un estado óptimo de fuerzas. El número total de sus divisiones ascendía a 208; incluyendo 21 divisiones panzer (mas del doble que en 1940), y 17 divisiones motorizadas. La infantería alemana había demostrado un valor y eficiencia extraordinarios en Polonia y Francia, y el material, desde los Stukas a los carros de combate, había demostrado ser de primera calidad.
Sin embargo bajo estas brillantes apariencias, se escondían realidades inquietantes. Aunque el número de las Panzerdivisionen era el doble que las disponibles en 1940, las plantillas divisionarias han suprimido un batallón de tanques, y el número medio de carros ha bajado de 260 a 200 por división. La industria alemana tampoco garantiza suficientemente la fuerza germana: de los 600 tanques requeridos mensualmente por la Werhmacht, de las factorías apenas salen mas de 200. Alemania solo va a lanzar contra el enorme gigante que es Rusia 700 tanques más que contra Francia: unos 3300 frente a los 2600 de 1940. Además, paradójicamente en el ejército mas motorizado de Europa, la mayor parte de los grupos de artillería, de los trenes de combate, son hipomóviles, y apenas hay transportes para una infantería que habrá de desplegarse en frentes inmensos, de cientos de kilómetros de profundidad, en medios de unas carreteras sin un firme adecuado y que frecuentemente se vuelven impracticables por el barro.
La Luftwaffe, por su parte, está lejos de contar con unos medios apropiados para cubrir un frente inicial de más de 2.000 kilómetros de extensión. Con 1 500 aviones empeñados en el esfuerzo aereo contra Inglaterra, apenas hay disponibles 2.000 aparatos de todo tipo para cubrir desde el aire a la Werhmacht en su ataque napoleónico. Unos efectivos insuficientes a todas luces.
Pero sí las dificultades materiales eran muchas e importantes, no menos lo eran las difultades operativas de “Barbarroja”. Para empezar, la complejidad administrativa de la Wermacht, dirigida por 2 estados mayores (Brautisch por el OKW y Halder por el OKH) constituía ya de por si un obstáculo. El OKH y el OKW discrepaban en cuanto a los objetivos estratégicos de la campaña. Mientras Brautisch, siguiendo las directrices del Fuhrer, abogaba por un ataque siguiendo 3 ejes, norte, centro y sur, dando prioridad primero al avance de los flancos, Halder insistía en señalar el centro como eje principal del ataque alemán, con Moscú como objetivo prioritario. Hitler, cuya autoestima estaba ya desorbitada por las victorias de 1939-40, se burló de las "mentes fosilizadas" de sus generales; en el norte era vital asegurar el control del Mar Báltico, en el sur, las ricas cuencas minerales del Don y del Donetz, Moscú era, para el Fuhrer, un objetivo secundario.
Sin embargo Halder, que habia presenciado varios "juegos de guerra" sobre la invasión, seguia pensando que Moscú debía ser el principal objetivo. En su opinión, que era compartida por muchos generales del alto mando, solamente una amenaza real contra la capital obligaría a los rusos a comprometer al grueso de sus fuerzas para defenderla, dando de esta forma a las fuerzas alemanas la posibilidad de aniquilarlas.
Finalmente el plan resultante se plasmó en la célebre Directriz de guerra nº 21, de 18 de diciembre de 1940, siguiendo -como no- la idea de Hitler de los tres grupos de invasión con objetivos en Leningrado, Moscú y Kiev, siendo el primero y el tercero mas importantes que la capital rusa. Tras la conquista de Smolensko, los carros del GE centro deberian apoyar los flancos en su avance hacia sus objetivos, dejando de lado Moscú.
El general Marks, que estableció las directrices originales de Barbarroja, ya habia señalado que el avance hacia Moscú debía ser prioritario, pues advirtió que la configuración y extensión del territorio ruso dificultaría una “guerra relámpago” al estilo de la realizada en Francia un año antes.
Otros estudios realizados por el General de División Friedrich von Paulus (Segundo Jefe del OKH) remarcaron los problemas de operar en un frente tan amplio, que se ensancharía aún más a medida que las unidades alemanas se adentraran en territorio ruso. Advertia von Paulus -una nulidad como comandante operativo, pero eficiente oficial de Estado Mayor- que el frente inicial de unos 2.100 kms se iría ampliando hasta llegar a unos 3.200 kms, y que el ejército habría de quedar muy disperso para abarcar tantos objetivos. Otro problema adicional era que se pretendía cercar y destruir a las principales fuerzas del Ejército Rojo antes de la línea Dniéper-Dvina, exigiendo un gran esfuerzo a las fuerzas acorazadas, que habrían de moverse con enorme rapidez en medio de unas carreteras deficientes y una orografía adversa para los movimientos de grandes masas de carros.
Otro dato inquietante que no fue tomado suficientemente en cuenta por el OKW: de los 500.000 soldados alemanes no involucrados en Barbarroja, solamente unos 150.000 estaban disponibles como tropas de reserva para Rusia (los demás estaban en los territorios ocupados o luchando en Africa), mientras los rusos disponian de unos 17 millones de hombres en edad militar.
Otro enorme fallo es no haber coordinado con Japón un ataque contra la URRS desde el este. Pese a que Hitler había convencido al ministro de la guerra japonés para atacar a la URRS, las intrigas políticas del almirante Tojo en Tokyo impidieron que el plan se llevara a cabo. Pero, en todo caso, Hitler estaba convencido de que podía acabar con la URRS sin ayuda. El modesto ejército finlandés había puesto contra las cuerdas al ejército rojo solo unos meses antes, de modo que el invicto ejercito alemán daría buena cuenta del bolchevique, según las previsiones de Hitler. Pero Hitler no sabia que tanto la doctrina de combate como el material ruso (Kv-1 y T 34) se estaban mejorando con gran rapidez, gracias en parte a las lecciones aprendidas de la guerra ruso - finesa.
Quizás el mejor resumen en contra de Barbarroja lo hizo, Halder: “No estamos hiriendo a los ingleses. Nuestra economía no obtendrá ningún beneficio... No debemos subestimar los riesgos que corremos en occidente.”.
Saludos
Es de sobra conocido el desarrollo de Barbarroja, el grandioso ataque de Hitler contra el que consideraba el enemigo mortal de Alemania, la URRS, en una lucha a vida o muerte. Sin embargo, ya en la génesis del plan Otto (más tarde, Barbarroja) no pocos militares advirtieron la dificultad de subyugar al gigante soviético, y sobre todo, la escasez de medios en relación con la importancia de la operación y la amplitud de los objetivos.
En este sentido hay que apuntar que basándose en los números, la Wehrmacht de 1941 estaba en un estado óptimo de fuerzas. El número total de sus divisiones ascendía a 208; incluyendo 21 divisiones panzer (mas del doble que en 1940), y 17 divisiones motorizadas. La infantería alemana había demostrado un valor y eficiencia extraordinarios en Polonia y Francia, y el material, desde los Stukas a los carros de combate, había demostrado ser de primera calidad.
Sin embargo bajo estas brillantes apariencias, se escondían realidades inquietantes. Aunque el número de las Panzerdivisionen era el doble que las disponibles en 1940, las plantillas divisionarias han suprimido un batallón de tanques, y el número medio de carros ha bajado de 260 a 200 por división. La industria alemana tampoco garantiza suficientemente la fuerza germana: de los 600 tanques requeridos mensualmente por la Werhmacht, de las factorías apenas salen mas de 200. Alemania solo va a lanzar contra el enorme gigante que es Rusia 700 tanques más que contra Francia: unos 3300 frente a los 2600 de 1940. Además, paradójicamente en el ejército mas motorizado de Europa, la mayor parte de los grupos de artillería, de los trenes de combate, son hipomóviles, y apenas hay transportes para una infantería que habrá de desplegarse en frentes inmensos, de cientos de kilómetros de profundidad, en medios de unas carreteras sin un firme adecuado y que frecuentemente se vuelven impracticables por el barro.
La Luftwaffe, por su parte, está lejos de contar con unos medios apropiados para cubrir un frente inicial de más de 2.000 kilómetros de extensión. Con 1 500 aviones empeñados en el esfuerzo aereo contra Inglaterra, apenas hay disponibles 2.000 aparatos de todo tipo para cubrir desde el aire a la Werhmacht en su ataque napoleónico. Unos efectivos insuficientes a todas luces.
Pero sí las dificultades materiales eran muchas e importantes, no menos lo eran las difultades operativas de “Barbarroja”. Para empezar, la complejidad administrativa de la Wermacht, dirigida por 2 estados mayores (Brautisch por el OKW y Halder por el OKH) constituía ya de por si un obstáculo. El OKH y el OKW discrepaban en cuanto a los objetivos estratégicos de la campaña. Mientras Brautisch, siguiendo las directrices del Fuhrer, abogaba por un ataque siguiendo 3 ejes, norte, centro y sur, dando prioridad primero al avance de los flancos, Halder insistía en señalar el centro como eje principal del ataque alemán, con Moscú como objetivo prioritario. Hitler, cuya autoestima estaba ya desorbitada por las victorias de 1939-40, se burló de las "mentes fosilizadas" de sus generales; en el norte era vital asegurar el control del Mar Báltico, en el sur, las ricas cuencas minerales del Don y del Donetz, Moscú era, para el Fuhrer, un objetivo secundario.
Sin embargo Halder, que habia presenciado varios "juegos de guerra" sobre la invasión, seguia pensando que Moscú debía ser el principal objetivo. En su opinión, que era compartida por muchos generales del alto mando, solamente una amenaza real contra la capital obligaría a los rusos a comprometer al grueso de sus fuerzas para defenderla, dando de esta forma a las fuerzas alemanas la posibilidad de aniquilarlas.
Finalmente el plan resultante se plasmó en la célebre Directriz de guerra nº 21, de 18 de diciembre de 1940, siguiendo -como no- la idea de Hitler de los tres grupos de invasión con objetivos en Leningrado, Moscú y Kiev, siendo el primero y el tercero mas importantes que la capital rusa. Tras la conquista de Smolensko, los carros del GE centro deberian apoyar los flancos en su avance hacia sus objetivos, dejando de lado Moscú.
El general Marks, que estableció las directrices originales de Barbarroja, ya habia señalado que el avance hacia Moscú debía ser prioritario, pues advirtió que la configuración y extensión del territorio ruso dificultaría una “guerra relámpago” al estilo de la realizada en Francia un año antes.
Otros estudios realizados por el General de División Friedrich von Paulus (Segundo Jefe del OKH) remarcaron los problemas de operar en un frente tan amplio, que se ensancharía aún más a medida que las unidades alemanas se adentraran en territorio ruso. Advertia von Paulus -una nulidad como comandante operativo, pero eficiente oficial de Estado Mayor- que el frente inicial de unos 2.100 kms se iría ampliando hasta llegar a unos 3.200 kms, y que el ejército habría de quedar muy disperso para abarcar tantos objetivos. Otro problema adicional era que se pretendía cercar y destruir a las principales fuerzas del Ejército Rojo antes de la línea Dniéper-Dvina, exigiendo un gran esfuerzo a las fuerzas acorazadas, que habrían de moverse con enorme rapidez en medio de unas carreteras deficientes y una orografía adversa para los movimientos de grandes masas de carros.
Otro dato inquietante que no fue tomado suficientemente en cuenta por el OKW: de los 500.000 soldados alemanes no involucrados en Barbarroja, solamente unos 150.000 estaban disponibles como tropas de reserva para Rusia (los demás estaban en los territorios ocupados o luchando en Africa), mientras los rusos disponian de unos 17 millones de hombres en edad militar.
Otro enorme fallo es no haber coordinado con Japón un ataque contra la URRS desde el este. Pese a que Hitler había convencido al ministro de la guerra japonés para atacar a la URRS, las intrigas políticas del almirante Tojo en Tokyo impidieron que el plan se llevara a cabo. Pero, en todo caso, Hitler estaba convencido de que podía acabar con la URRS sin ayuda. El modesto ejército finlandés había puesto contra las cuerdas al ejército rojo solo unos meses antes, de modo que el invicto ejercito alemán daría buena cuenta del bolchevique, según las previsiones de Hitler. Pero Hitler no sabia que tanto la doctrina de combate como el material ruso (Kv-1 y T 34) se estaban mejorando con gran rapidez, gracias en parte a las lecciones aprendidas de la guerra ruso - finesa.
Quizás el mejor resumen en contra de Barbarroja lo hizo, Halder: “No estamos hiriendo a los ingleses. Nuestra economía no obtendrá ningún beneficio... No debemos subestimar los riesgos que corremos en occidente.”.
Saludos