Respecto a engaños, nuevamente saco un hecho de la Guerra del Salitre que tuvo mi país, contra la Alianza Perú-Boliviana entre 1879 y 1881.
COMBATE DE SANGRA
El combate de Sangra tuvo lugar el 26 de Junio de 1881. El ejército Chileno se vió en la obligación de organizar una retirada desde la alta cordillera, producto a que estaba siendo encerrado por miles de montoneras.
Para asegurar su salida, se envió a un grupo de 82 soldados chilenos del Regimiento Buin, al mando del capitán José Luis Araneda, a tomar posiciones en el Paso de Las Cuevas ubicado A 3.500 mts sobre el nivel del mar a escasa distancia de la Hacienda de Sangra que era propiedad de un potentado terrateniente (Coronel Norberto Vento) quien poseía una numerosa montonera a su mando y que se había unido a las fuerzas del General Peruano Cáceres.
Enterándose Vento de que su hacienda había sido ocupada por los Chilenos, solicitó a Cáceres tropas para que acompañara a su montonera a recuperar sus propiedades; éstas tropas fueron mandadas por sus hijos Manuel y Wenceslao Vento, quienes emprendieron una frenética marcha que casi termina en desastre, pues se agotaron rápidamente los víveres y el agua, amén de dejar extenuadas a todos.
El Capitán Chileno, Araneda, dejó a un grupo de vigilancia compuesta de 14 hombres en el paso Las cuevas, 6 vigías en distintas posiciones y 5 que fueron a buscar comida en alguna comarca cercana, pues no habían víveres en la zona y se acuarteló en la hacienda junto a los 53 restantes para capear el frío y la nieve.
El grupo de 5 soldados que marchaban en busca de comida, fue sorprendido por las huestes de Vento y masacrados, siendo decapitados y ensartadas sus cabezas en las punta de las lanzas de las montoneras.
Los vigías Chilenos escucharon los disparos y pusieron en alerta al sorprendido grupo que estaba en la hacienda, pues no pensaban que podrían ser atacados tan luego.
Los hermanos Vento y su tropa de 200 soldados junto a alrededor de 1000 indígenas y campesinos, comenzaron el ataque de la hacienda por tres frentes, siendo los soldados del paso y los centinelas, aislados por la muchedumbre, cortándole la retirada hacia la hacienda, mientras que en esta, los defensores se distribuyeron entre la casa patronal, algunos en unos corrales de piedra y otros en la capilla para repeler el ataque.
Los ataques iniciales fueron encarnizados, tanto que al cabo de tres horas los Hermanos enviaron a un parlamentario a ofrecerles la posibilidad de rendición para los Chilenos con el fin de evitarles ser exterminados, pero los Buines sabiendo que igual la montonera los mataría, no se rindieron y la refriega continuó.
En medio de la batalla, el grupo que estaba en los corrales tuvo que replegarse y fue capturado el Soldado Chileno Eusebio González, quien fue llevado ante los Vento y uno de ellos le preguntó furioso, ¿por qué no se rendían sabiendo que no iban a vencer? y el soldado astútamente le contestó que quizás ellos no vencerían pero la división que estaba por llegar sí lo haría (lo cual no era cierto, pues sabía que el mal tiempo había dejado inmovilizado al grueso de la tropa Chilena al otro lado de la cordillera y por lo tanto era poco probable que llegasen en ese día o el siguiente); la respuesta enfureció aún más a Vento quien mandó a fusilar al prisionero, pero quedó sembrada la duda.
Acto seguido, los atacantes comenzaron una lucha feróz con el fin de terminar luego con los chilenos, antes de que llegara el resto de los enemigos y la presión de los centenares de hombres y el incendio de la capilla obligó al grupo que estaba allí a salir de ese lugar en una desesperada carga a la bayoneta, no logrando llegar a la casa patronal, lo que lo obligó a dirigirse hacia el sector de Las Cuevas para reunirse con ese grupo.
Súbitamente hubo un momento de silencio lo que hizo pensar al grupo de la capilla que toda la tropa de la casa patronal había muerto y los de la casa pensaron que todos los demás también estaban muertos y que no les quedaba otra que resistir hasta morir, pues ya no había salida.
Se reinicia la batalla en la noche, siendo aún más violenta; los hermanos Vento no daban crédito a la resistencia de los Chilenos, pero la verdad era que dentro de la casa sólo quedaban 7 soldados en pie y 6 heridos.
La desesperación de los Peruanos cundía, pues no podían demorar mucho ante el temor de que llegasen los refuerzos chilenos y presionó aún más sobre ellos, pero en un momento de inspiración el Capitán Araneda ordenó que todos los soldados hiceran exactamente lo que él les diga, pues debían engañar al enemigo hacíendole creer que habían muchos más de los que realmente eran y comenzó a dar órdenes tales como "QUINCE HOMBRES A LA VENTANA NORTE" y los 7 soldados corrían a la ventana y disparaban, "DOCE A LA VENTANA ESTE" y los 7 soldados corrían nuevamente a disparar a la otra ventana mientras los heridos cargaban las armas. Además, Araneda escribió una nota falsa en donde supuestamente el General a cargo de las tropas Chilenas anunciaba su llegada para el día siguente y la arrojó cerca de las tropas enemigas quienes la encontraron y se la llevaron a Vento, cundiendo la incertudumbre entre sus oficiales quienes pedían una y otra vez que terminara el ataque para evitar enfrentarse a las tropas chilenas que llegarían de un momento a otro, pues los soldados y las montoneras no había comido ni bebido agua desde hace más de 30 horas y estaban extenuadas.
Pero Vento estaba decidido a exterminar a los usurpadores de su propiedad, así que dió la orden de tomar de una vez la casa y obligó a las montoneras que lo hicieran y los chilenos aguantaron a pie firme la embestida repeliendo a los atacantes a bayonetazos, culatazos y disparos y aprovechaban los pequeños momentos de calma para (por orden de Araneda), reirse y celebrar una supuesta victoria y a gritar a vivas voces que ya venían los refuerzos, lo que provocó que la montonera entrara en pánico y comenzó una desercción en masa, huyendo hacia los cerros, dejando a Vento solo con sus pocos oficiales y los restos de los soldados, los cuales no podrían enfrentar a la división que supuestamente llegaría, así que también emprendieron la retirada.
Los pocos soldados que quedaban en el sector de las cuevas lograron comunicarse con una avanzada de la división chilena y pideron ayuda, la que llegó a las 6:30 de la mañana, pero vieron el campo de batalla vacío de enemigos y quedaron horrorizados ante el cuadro de destrucción y muerte que tenían ante ellos, hasta que se dieron cuenta que la bandera chilena aún flameaba sobre la casa.
En total, tras 13 horas de combates, sobrevivieron 17 soldados (incluyendo a los del paso Las Cuevas)