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Ahora que mis días llegan al ocaso, voy a relatar la historia de mi familia, una familia casi aniquilada, desterrada y que buscó un porvenir muy lejos de sus raíces. Nuestra estirpe ocupó durante generaciones un lugar preminente en la sociedad granadina, dedicados al comercio y fabricación de cuero, poseíamos establecimientos por todo el sultanato.

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Además los contratos con el ejército eran lucrativos, trinchas y sillas de montar eran monopolio de la familia, el puerto de Almería servía como base y entrada a materias primeras provenientes del norte de África.

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Mi abuelo, Ahmed Beni Al-Sarraj consiguió influir en las políticas del sultanato, tanto que molestó a Mohamed IX, se urdieron planes en los salones de la Alhambra, por suerte un amigo suyo pudo informarnos de lo que se preparaba y mi abuelo, mi abuela y mi padre salieron por la noche hacia Almería.

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Antes de embarcar llegaron noticias de la capital, nuestros parientes habían sido asesinados, sin poder defenderse, a traición. Esta afrenta no se ha podido olvidar y los abencerrajes la llevamos marcada a fuego.

Estupendo !! A darle cera a Bizancio, venecianos y demás lacra.

Mi elección preferida en el eu4 !! A ver qué tal te va con/contra los mamelucos

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Selanik fue nuestro primer destino, una ciudad con pluralidad religiosa y étnica, llena de oportunidades. Mi abuelo Ahmed pudo traer oro y algunas joyas pensando en abrirse camino en nuestro nuevo hogar. Poco a poco logró establecerse y hacerse un nombre entre los comerciantes, llegando a ser el representante de sus asuntos en la Corte.
Tenía buena relación con el Sultán, este designó a mi abuelo como uno de los tutores de su hijo, sus enseñanzas y consejos le llevaron a la Corte y al Consejo cuando Mehmet II ocupó el trono.

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Mehmet II era muy joven, impulsivo, espiritual y avaricioso. Según me contaba mi abuelo decía que Allah lo había designado para conquistar la tierra en nombre de la Fe, aunque creía en la libertad de conversión y no la fuerza, a diferencia de los cristianos, siempre intentando convertir a la fuerza.

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El Imperio Otomano que heredó Mehmet II llevaba años estancado, su padre no había podido conquistar Constantinopla, la ciudad había resistido varios asedios y su fuerza la apuntalaban mercenarios venecianos y genoveses. Las fronteras otomanas abarcaban desde Anatolia a los Balcanes, un enorme territorio al que le faltaba la guinda del pastel.

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CAMPAÑA DE BIZANCIO

A principios de abril partieron tres grupos de ejército, el principal a Constantinopla, el segundo hacia Atenas y el tercero embarcado rumbo a Crimea.

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La declaración de guerra no sorprendió al Emperador bizantino, había vaciado las arcas del tesoro y contratado mercenarios por doquier. Los líderes bizantinos no sabían que un ingeniero militar húngaro había desarrollado cañones de gran calibre y las murallas de Constantinopla ya no eran infranqueables.

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El segundo ejército sitió Atenas, aunque la mayor parte de las tropas bizantinas se encontraban en el Peloponeso. El General Hadim Sehabeddin encontró a las tropas rivales atrincheradas en las colinas, aunque la razón le decía que debía ser prudente lanzó a su ejército contra el enemigo en oleadas, un enemigo sorprendido por la presteza del ataque que se retiró en desbandada.

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A mediados de verano llegaron los cañones a las puertas de la capital bizantina, poco a poco se abrieron brechas por donde entraron los jenízaros, tomando la ciudad y derrocando al Emperador bizantino.

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Teodoro, el aliado bizantino se sentía seguro al norte del mar negro, nada más lejos de la realidad. La flota cristiana, atracada cerca del puerto, tranquila y despreocupada no vio lo que se le viene encima. Al son de los tambores otomanos, a mediodía, nada quedaba, maderas cubiertas de sangre cubrían el horizonte.

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La paz de Edirne en 1448 puso fin al conflicto, Bizancio, el Ducado de Atenas y Teodoro pasaban a formar parte del Imperio otomano. Además la anhelada ciudad de Constantinopla pasaba a ser la capital con su nueva denominación, Estambul.

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No hay nada como un AAR a la antigua usanza.

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LA CAMPAÑA DE LOS BALCANES

Según explicaba mi abuelo, una mañana cuando llegó el Consejo, Mehmet II les miraba señalando el mapa que estaba en la mesa. Epiro era una mancha que impregnaba Grecia y que debía borrarse del mapa. Urban, el consejero de guerra quería hacerle entender que aunque no presentaba grandes complicaciones, sus aliados eran numerosos; Bosnia, Herzegovina y Serbia serían duros rivales en territorio montañoso.

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Tal y como predijo Urban, Epiro no fue obstáculo, sus ejércitos barridos y la capital conquistada en pocos meses. Una vez asegurado el frente sur comenzaba la parte difícil de la campaña, Serbia.


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El ejército del General Kamer Karamanli invadió el sur de Serbia, mientras las tropas enemigas iban huyendo y reagrupándose en el norte, buscando una ubicación donde asestar un golpe definitivo. El lugar escogido fue Kolubara, allí plantaron cara y aunque otomana fue la victoria, defendieron con destreza y a punto estuvieron de lograr la victoria.

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La paz de Esmirna reportó a Mehmet II nuevas tierras al Imperio Otomano, Serbia perdía gran parte de su territorio, Herzegovina y Epiro eran anexionadas y Bosnia también excepto una parte del norte ocupada por Hungría.

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Mehmet II regresó enfermo, según mi abuelo muy envejecido, los médicos no encontraban remedio y su juventud se desvanecía cada semana. Una mañana de enero su cuerpo no pudo más, con tan solo 25 años dejó huérfano a la nación. Lágrimas y penas inundaron el Imperio. Paralelamente, mi abuelo y el resto del Consejo debía decidir que candidato apoyar.

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Suleyman I sería el nuevo Sultán, primo de Mehmet II, un hombre capaz, con 24 años, había gobernado Morea con mano de hierro y conseguido cortar de raíz las rebeliones griegas, llevando su provincia a ser una de las más prósperas del pais.

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Leyendo!!!

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LA CAMPAÑA DE ANATOLIA

Según me contaba mi abuelo, Suleyman I reunió a sus consejeros y líderes militares pocos días después de ascender al trono. Les explicó que la política exterior tendría nuevas prioridades; el Este. Primero debían asegurar y ampliar las fronteras y en un futuro poder rivalizar con los mamelucos. Nombró Pasha al General Hadin Sehabeddin por sus logros y victorias, le concedió tierras y esclavos, acto seguido le marcó el objetivo a vencer, Karamán.
Karamán estaba aliada con Crimea y Candar, repitiendo la estrategia de su antecesor, dividió en tres sus fuerzas, pero esta vez contaba con una ventaja, el sur de la península de Crimea sería el punto de partida y no deberían desembarcar como antaño.

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El ejército otomano era más numeroso, táctico y eficaz que sus rivales, en pocas semanas Candar fue derrotada y ocupado su territorio.

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Las tropas de Karamán decidieron invadir Ramazán, nuestro débil vasallo poco podía hacer y el Pasha Hadin Sehabeddin forzo la marcha para encontrar al enemigo. No hubo disputa, los jenízaros barrieron las defensas del oponente y aniquilaron el ejército al completo.

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En el mar las cosas fueron igual, el Almirante Hayedin Topal buscó a la flota de Crimea por todo el mar negro, más rápida y potente les dio alcance cuando intentaba refugiarse en un puerto aliado.

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Las galeras otomanas divididas en dos líneas, aprovechando el viento, buscaron las popas de las anticuadas naves enemigas hundiendo la mayoría gracias a los cañones de pequeño calibre con las que el Almirante había decidido armarlas.

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Derrotados los enemigos, se firmó la paz de Selanik, Candar y Karamán sería vasallos otomanos mientras Crimea cedía su parte de la península y tierras colindantes.

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LA COALICIÓN
En el año 1464, una coalición heterogénea de naciones dispares firmaron un pacto contra el Imperio otomano. Venecia, Génova, Albania, Al-Koyunku y el Sultanato Mameluco entre otros sellaron una alianza defensiva en caso de agresión a cualquiera de sus miembros.
Cuando llegó a oídos de Suleyman I la ira se apoderó de él, mi abuelo y el resto de consejeros no encontraban la manera de calmar al Sultán. De nada servía explicarle que la unión de tantas fuerzas nos llevarían a una derrota segura. Los días siguientes con mucho esfuerzo y tesón consiguieron que el Sultán comenzase a comprender que era una oportunidad de modernizar y preparar la nación cuando vinieran tiempos mejores.
Durante las siguientes estaciones la paz y sosiego reinaron en el imperio, floreció el comercio y la actividad económica proporcionó riquezas y un nivel de vida superior.
Aprovechando la ocasión mi abuela convenció a mi abuelo que era la hora de casar a mi padre. Salió de Granada siendo un bebé y ahora a sus 25 años debía formar una familia y seguir el legado y la estirpe familiar.

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La residencia familiar cerca de la torre Galata era un hervidero de personas yendo y viniendo por las estancias, casamenteras y amigos proponían enlaces matrimoniales, ajuares y regalos inundaban salas, el único hijo de tan distinguida familia era una oportunidad de escalar en la corte.
La nieve llegó ese invierno a Estambul, chimeneas que sirvieron de adorno durante años engullían ahora leña sin parar.

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Mi abuelo decidió desposar a su único hijo, Mohamed con Fátima, una hija del General Hadym Sehabeddin Pasha, de origen georgiano, héroe viviente, victorioso en las campañas de Mehmet II y Solimán I. Fátima había vivido en Rumelia donde residía la familia, era tímida y muy hermosa, de pocas palabras.

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El Sultán concedió un permiso especial para poder utilizar la Catedral de Santa Sofía, normalmente para actos cristianos, convertida en Mezquita para eventos puntuales, Rezaron por la unión de mis padres, una vez casados en la residencia familiar.

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