Sí, definitivamente, impagable el de las sandalias. Creo que lo resume todo... y que todo lo encontramos en los clásicos, le pese a quien le pese... sobre todo a la escuadra de modernos que nos rodea y que inlcuso en la Biblioteca Nacional hemos tenido hasta hace poco. Ideas como la de cobrar un canon a una biblioteca por prestar son propias de personajes que no han saboreado nunca el placer de un buen libro, o no han vivido la emoción de entrar y permanecer horas y horas deambulando por una biblioteca y, finalmente, acaban equiparandola a un videoclub mondo y lirondo... sencillamente, flipante.Erwin escribió:
A este paso me quedaré con "De Legibus" de Ciceron como almohada, aunque el lecho conyugal es inembargable. Dejo una cita de una ponencia sobre "De Legibus" que he encontrado:
"Concluyendo, la sociedad romana -según Cicerón- era una gran consumidora de historia y sus políticos tenían la obligación de asegurarle el recuerdo de las hazañas, los valores y los hombres, tanto del pasado como del presente que empieza a convertirse en pasado. Hacer que falte este aprovisionamiento ideal (como de hecho Cicerón consideraba que ocurrió en las últimas décadas) significa correr el riesgo de perder, junto con las memorias ciudadanas e imperiales el propio sentido del Estado. El político debe saber que no es suficiente obrar en el interés de la patria, sino que es igualmente necesario presentarse a los ciudadanos como modelo de las virtudes cívicas tradicionales."
Pero vivimos tiempos de progres sin estudios (y no sólo a estudios académicos me refiero, sino de esos otros estudios de autodidáctas a los que les gusta escuchar/leer/entender antes de hablar). Unos progres que además tienen la grandisima cara dura de pedirle a esos con algo de entendederas/estudios que se metan a política porque ellos, y tienen la cara de asumirlo, les dicen que "es que lo nuestro es trincar"
Ergo... nadie trinca más y mejor que aquel que lleva las varas al rebaño, elige a la cordera más despistada y la pone mirando para Triana... a buen entendedor, con la cara de la cordera basta

Psssse... y no va a convertirse la diatriba en algo político. Quiaaaa... lo suyo es ver todos los lados de la moneda y tal....
Una vez metida la tralla a los progres, vayamos ahora con los otros ya que salen a colación. En tiempos en que el gris brilla por su ausencia (el color que no es ni blanco ni negro y permite ser escéptico en un día que puede ser soleado o nublado, según se mire) , la peña se declara abiertamente blanca, o negra. El que no se pinte la cara con las pinturas de guerra de uno de los dos monocromos, no sale en la foto de su jodida tribu monolítica. Hay que joderse pues: todo lo que huela a lo uno lo asumen los unos como palabra divina, y lo otro no existe y ellos, los blancos, tienen la razón absoluta... y viceversa, si se tiznan de negro. Ahí emergen los Vidales y los Progres diciendo a la cuadrilla qué es y cómo se interpreta la cultura: ellos son el palo de la baraja y no hay ninguno más y, como tal, ejercen (aparte de querer también poner a la pobre cabra mirando pa Triana)... "useasé", salen de sus cloacas intlectuales el integrismo y los "asentadores" de cátedra, vamos, el summum corda

Resumiendo, mi sufrido camarada Kal: vivimos tiempos chungos (tal y como decía mi padre, a él su abuelo, y Cicerón a los suyos... y así, hasta el que miraba al fondo de la cueva con un hueso en la cabeza)... y lo mejor que podemos hacer es esforzarnos en amueblar el cerébro/esponja de los críos para que los Grandes Hermanos Orwellianos (y los de los transexuales picha bravas del dios nietzschieiano llamado TV también) no los usen como títeres y nos los hagan ser completamente blancos o absolutamente negros.
Sí, lo se... tenemos un cojón de trabajo por delante. Pero la Historia, esa que nos gusta tanto, nos ha enseñado que los buenos siempre ganan, a costa de perder por el camino a muchos, muchos e insignes, buenos buenisimos: todo tiene un precio y esto, desde los días de la cueva, ya era un mercado
