
Considerada por la crítica como una de las 10 mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos, esta película de 1973 me causó un gran impacto emocional cuando la vi por primera vez, motivo por el cual la tengo en gran estima. Al ser una película que, al contrario de lo que pueda pasarle a la mayoría de películas de los 70, va ganando con el paso del tiempo, el tema que plantea está más en boga que nunca con el cambio climático, los desastres naturales y el aumento de la población mundial.
Protagonizada por Charlton Heston y el que fallecería poco después Edward G. Robinson (en la que sería pues, su última película), plantea un mundo futurista donde la población ha alcanzado un tamaño por encima del que el Mundo puede sostener. Con un planeta devastado, donde los bosques, los ríos y los animales ya son casi meros recuerdos del pasado, Charlton Heston es un detective que debe investigar un asesinato de un hombre poderoso que regentaba una importante corporación industrial.

La cinta pues, discurre como si de una película de detectives se tratara, un poco al estilo de la que sería luego la mítica Blade Runner, con un mundo apocalíptico y un asesinato de por medio que investigar. Cargada de ecologismo y denuncia, la película no pasaría de ser una mera película de detectives si no fuera por unos últimos 20 minutos de gran carga emotiva, sorprendente, con un final de esos que te dejan helado y que se recuerdan durante años y no se olvidan fácilmente.
A medida que nuestro detective va avanzando en su investigación, la película nos muestra la decadencia de la sociedad y un mundo muy negro, desesperanzador. Las escenas brutales de la manifestación por la falta de comida, donde los bulldozers usan las palas para recoger a la gente y echarla atrás, en el departamento de carga, no se borran de la retina.

Soylent Green hace mención al nombre con el que se llama al nuevo producto comestible, con forma de galleta cuadrada, que en teoría ha de mantener vivas las esperanzas de la gente. Hecho, en teoría, a base de algas marinas es un producto que mueve mucho dinero y el detective protagonista acabará ligando cabos en su proceso de investigación con este nuevo comestible.

Como ocurre con este tipo de películas, no todo es lo que parece y la investigación acabará dando más de una sorpresa y giro imprevisto. Así hasta llegar a los últimos 20 minutos, cuando la película deja la huella en el espectador, con Edward G. Robinson encaminándose hacia su destino con el objeto de ayudar a su amigo en la investigación. Brutales las escenas allí dentro, impactantes, con esa música celestial de La pastoral. No haya nadie que no haya visto la película que no haya querido luego querer escucharla o por lo menos saber de quién o qué era esa pieza musical, así de fuerte pega y deja conmocionado al espectador.
Y si acabada la escena, creíamos que eso era todo, nos equivocábamos porque la película guarda otra gran sorpresa, el bombazo final, que ya es conocido seguramente por casi todo el mundo.

Si no la habéis visto darle una oportunidad y no perdáis más tiempo. Un clásico que gana fuerza con el paso del tiempo. Salpicada con escenas impactantes, como la satisfacción de uno de los personajes al poder lavarse las manos con agua y jabón (un placer que ya no es posible), o ver a Charlton Heston ponerse una cuchara en la boca y saboreando el sabor de la mermelada, algo que no había experimentado desde hacía décadas, contrasta con el uso de las mujeres, que son meros objetos decorativos, o donde la lectura es algo que ya no se estila, algo arcaico. Todo estos detalles hacen grande la película, dándole forma y sentido.
Saludos